Caracas, 15 de mayo de 2016.- Brasil fue ejemplo de crecimiento económico y social. Sede de importantes acontecimientos en la última década: Juegos Panamericanos, Juegos Mundiales Militares, Rio+20, Mundial de Juventudes, Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos de 2016. Tanta bulla estaba silenciando la voz de un pueblo que clamaba cambio. En junio de 2013 las calles se colmaron de manifestantes por el aumento del pasaje. Nadie supo preverlo. Y desde ese día, nada ha sido igual.
Las manifestaciones pusieron énfasis sobre dónde se estaba gastando el dinero. ¿Tenía sentido toda la inversión en torno a esos eventos? ¿Era mejor invertir en estadios que hospitales? Poco a poco fue aflorando la corrupción: partidos políticos financiados desde la petrolera nacional, inversiones innecesarias, políticos con cuentas en Suiza, presidente obrero con propiedades vacacionales. En una línea, un sistema corrompido con dinero manejado a discreción para los intereses de la mala política.
Rousseff gana las elecciones. Alguien tiene que ganarlas. Fue quién cometió menos errores en la campaña electoral y logró que 54 millones de brasileros marcaran su nombre. Pero no supo leer el mensaje. No supo escuchar el clamor de cambio. En pocos meses, una victoria electoral pasó a ser una gran derrota política. Dilma está fuera del gobierno. Se instala un nuevo gabinete. Tendrán que demostrar que saben lo que sucedió. Hay gente capaz convocada a ese nuevo gobierno pero deben evidenciar que aprendieron la lección. El mandato es mucho más grande que sustituir al PT en el gobierno.
Se nos hace imposible no hacer un paralelismo. Venezuela también lleva años clamando por un cambio. Al principio, un sector mayoritario sintió que el cambio se estaba dando de la mano de un gobierno que se denominaba revolucionario. Pero el desencanto ha venido dando paso a la realidad. Nos robaron el futuro. Sembraron desigualdades. Dividieron a la sociedad para hacerse poderosos. ¿Para invertir en la gente? ¡qué va! Para robarse el dinero.
Brasil encontró su camino en el impeachment. Venezuela clama lo propio en el Revocatorio. Por eso el poder quiere cerrarlo. Solo un gobierno de delincuentes es capaz de pretender eliminar el derecho a disentir. Nuestra lucha es para que podamos entrar en el camino del cambio que tanto deseamos. Merecemos vivir mejor y este gobierno solo piensa en ellos.