Caracas, 09 de marzo de 2016.- La democracia venezolana ha confrontado y continúa confrontando una etapa de transición que pareciera que no concluye. La crisis, a raíz del declive de los partidos políticos como puentes idóneos para dirimir el conflicto social, sigue vigente aunque ya empieza a verse la luz al final del túnel. Lo ocurrido el pasado 6 de diciembre de 2015 sigue cobrando fuerza y una parte importante de los venezolanos están retomando la confianza en un grupo de partidos políticos que ofrecen una salida, un camino no violento y sobre todo electoral, dando así cabida a todo aquel que desee incorporar su grano de arena al proceso de cambiar a Venezuela.
Poco a poco se va retomando el concepto de “Democracia Participativa” real, entendiendo esto como la expresión más amplia de democracia, en la cual los ciudadanos de un país, se involucran y participan en la toma de decisiones de índole política. Hasta hace muy poco tiempo la mayoría de la gente se mantenía alejada de la política, pues según el pensar de muchos, eso no los afectaba, que bueno que ya han tomado conciencia de que no es así, en la actualidad los ciudadanos se han organizado en consejos vecinales o comunales por ejemplo para activarse y participar y se han acercado más a las estructuras político partidistas para conformar equipos y aportar ideas, eso es un buen síntoma.
El que vivamos en sociedades más globalizadas e internacionalizadas, hace que los factores comparativos entre países estén a la orden del día e indudablemente abre los ojos a quienes padecen las injusticias de la ingobernabilidad. Hoy en la Venezuela del 2016, signada por la marca de la corrupción, la inseguridad ciudadana, de la falta de medicinas, de alimentos, de artículos de primera necesidad, de luz, de agua potable y pare usted de contar; muchos se preguntan ¿Por qué en otros si hay y aquí no?
Ya el pueblo se dio cuenta del engaño, de que las medidas populistas no son nada serias, que no sirvió para nada tanta alharaca revolucionaria, pues solo funcionaba si había dinero, pero ante la realidad económico-social y la falta de recursos se desplomó tal revolución y con ella van en declive sus aliados de otros gobiernos del hemisferio. Lo que sí es cierto es que se agudiza la crisis de gobernabilidad en nuestro país, la cual viene dada por esa desconfianza que hoy en día existe de los ciudadanos hacia el gobierno del presidente Maduro que luce atado de pies y manos ante una verdad inocultable.
En este contexto, vale la pena destacar que ya no hay mito que valga de parte de este mal gobierno, ni el de la conspiración para derrocarlo, ni el de la invasión desde el ¨Imperio¨ y mucho menos los famosos intentos de magnicidio que nunca sucedieron, ya nadie se come el cuento; lo que sí es real es que el gobierno se está desmoronando, se cae a pedazos solito día con día y sin ayuda, con el paso de las horas se descubren más casos en cuanto al mal manejo de los asuntos públicos, escándalos que hacen, que uno pierda la capacidad de asombro.
Ante cualquier propuesta de que las cosas mejoren, el gobierno ejecuta un ataque por todos los medios que tenga a su alcance, monta sus shows televisivos, encadena al país entero y lo peor de todo, juega hasta con el hambre de la gente, en conclusión podemos afirmar que es un gobierno que no gobierna, solo ataca a los ciudadanos y lo hace no dando respuestas a sus necesidades básicas, no ve las luces de advertencia, no ayuda ni se deja ayudar, solo sigue en su plan aferrándose al poder aunque ya es sabido por todos que históricamente el pretendido plan es inviable.
Todo esto nos lleva sin duda alguna a pensar en soluciones, en buscar salidas concretas y correctas, acordes con la realidad mundial, que ayude a la sociedad en conjunto a resurgir y mejorar; para ello tiene que haber garantía de orden público, seguridad jurídica, confianza, solicitar y aceptar si es necesaria la ayuda internacional, para luego ineludiblemente una vez que salgamos de este bache en la historia, ir hacia una redefinición del esquema Estado, Mercado y Sociedad, para equilibrar a la nación, para que se produzca lo que necesitamos, reactivar el aparato productivo y volver al ¨Hecho en Venezuela¨ por ejemplo, para no depender solo de las importaciones y del petróleo.
De igual modo se tienen que fortalecer las instituciones, pero primero sacarlas del marco en el cual se encuentran en la actualidad, totalmente subordinadas al poder ejecutivo, es decir hay que reinstitucionalizar al país, buscando que sus ciudadanos confíen y acudan a los organismos, quienes deben brindar las respuestas oportunas que de ellos se requiera, servir al público y no servirse del público, ese es el deber ser.
Hay mucho trabajo por delante, los mecanismos están allí, en la carta magna, estamos organizándonos para aplicarlos y lo vamos a hacer, así de simple y sencillo.