Maracaibo; 15 de mayo de 2017.- Una pequeña silla de plástico blanca la soporta en medio de la angosta isla de cemento en Bella Vista con avenida Universidad. Un cartón grande con la frase: ‘Disculpe, trabajamos por recuperar Venezuela’, le cubre la espalda. Su brazo se entumece cada cierto tiempo de sostener su sombrilla a cuadros marrones que la protegen del brillante y caluroso sol de Maracaibo. Ángela Ramírez de 54 años, no se ha perdido ninguno de los tres plantones convocados por la Unidad Nacional para ser ejecutados en diferentes lugares del Zulia, pero ella siempre utiliza su calle para protestar.
“Los apoyamos desde aquí y cada vez somos más. Los vecinos nos organizamos en resistencia y cada vez que convocan nosotros salimos y trancamos la calle. Nos quedamos en el sector porque preferimos pasar todo el día aquí con agua y comida a la mano, que estando lejos. Además si pasa cualquier cosa estamos cerca para resguardarnos. Los jóvenes andan guerreando y van para donde los manden, pero nosotros damos la guerra aquí”, asegura Ángela mientras se acomoda en su lugar.
Como ella diferentes historias. Ideales que llegan al hirviente asfalto de Maracaibo para “luchar en contra de la dictadura de Maduro”. Armando Reyes, padre de Kenet de dos años de edad, acude con su esposa embarazada a cada convocatoria en la prolongación Circunvalación 2 con Delicias. Kenet es conocido y protegido por los que han acudido allí durante los 45 días de protestas en Venezuela. “Quizá a algunos les cuesta entender en la situación en la que estamos. Pero si nos quedamos en las casas y no luchamos, llegará un día y sería pronto, que la dictadura nos tumbará la puerta, moldeará la vida y mente de nuestros hijos y eso producirá la destrucción de todo lo que conocemos. Así de grave estamos. Prefiero cambiarle a mi hijo la visita al parque por un cartón encima de la calle, a que mañana sea sometido por la dictadura de Maduro”, sentenció Reyes.
El que vende cepillado en el tradicional carrito y las pinzas de los pasteleros sonados en sus baldes, se vuelve familiar en medio de cualquier manifestación. “Aquí todo el mundo protesta. A su manera, pero protesta”, afirma Rafael Ramírez Colina, diputado a la Asamblea Nacional, desde el plantón organizado en la esquina de 5 de Julio con Delicias en Maracaibo.
“La madre que no tiene nada que darle a sus hijos de comer y cambia salir a buscar comida en la basura de los restaurantes, por prestar una cavita pequeña y traer unos durofrios para vender a 100 bolívares, está protestando. Exigimos democracia, libertad y derechos humanos, pero también comida, medicinas y seguridad para todos. Son más de 40 muertos por la represión de Maduro en esta jornada de protestas, pero en un fin de semana mueren más de 60 personas en todo el país a causa del hampa. La violencia de la que hablan enMiraflores no existe en las protestas pacíficas, existe producto del hambre, de la falta de oportunidades, de la siembra del resentimiento, del empeño por hacer divisiones de clases sociales, de la pérdida del valor de la vida a causa de mantenerse en el poder. Los que luchan contra esto en Venezuela son unos valientes enfrentados a los que a fuerza de ‘revolución’ quieren asesinar a la patria”, sentenció Ramírez Colina.
Los zulianos coinciden en algo: el tricolor nacional. El amarillo, el azul con sus ocho estrellas y el rojo, que cargan encima casi todos los que protestan, invita a más personas a salir. “Cada vez hay más personas aportando su esfuerzo en la calle y no puede ser de otra manera porque nuestra lucha es legítima y libertaria. Sigamos todos constante y contundentemente, porque lo que está en juego es el país”.