Julio Borges: Alerta Colombia: los médicos comunitarios venezolanos


Caracas. 06 de agosto de 2023.- La estafa de la mal llamada Revolución Bolivariana ha sido apoteósica. Han engañado a conocidos y extraños, a partidarios y adversarios, a obreros y patronos. La mentira se ha hecho una columna central del sistema. Miles de jóvenes sin oportunidades y con escasos medios de vida han caído rendidos frente a la demagogia y los caramelos envenenados de Maduro y su grupo. Los médicos integrales comunitarios como se les conoce conforman la primera línea de estafados por el régimen venezolano. Depositaron sus sueños de ser profesionales de la medicina y lo único que recibieron fue ideología. Formación para la militancia, dogmatismo puro y duro. Son víctimas de un sistema cruel y depravado que abusó de su confianza.

Hago este abreboca dada la noticia que revolucionó las redes sobre la posibilidad de que médicos comunitarios venezolanos puedan ejercer su profesión en suelo colombiano. El Colegio Médico Colombiano alertó sobre los riesgos que podría significar convalidar títulos de los galenos formados por instituciones controladas por el régimen de Nicolás Maduro. “La formación académica – teórico, práctica y técnica – de los MIC es muy deficiente y precaria, dado que los currículos lamentablemente, no se compadecen de las altas exigencias formativas y profesionales que requiere un profesional de la salud”, dice la declaración de la agrupación médica.

Ahora bien, la pregunta que quizás un colombiano común se haga es: ¿Qué tiene de malo que médicos venezolanos egresados de un programa estatal ejerzan en su país? ¿Mientras más médicos más vidas salvadas? Pareciera lógico ese razonamiento, pero la advertencia del Colegio Médico de Colombia tiene asidero en la realidad.

Recuerdo cuando Nicolás Maduro en el año 2014 anunció la creación de la llamada Universidad de las Ciencias de la Salud Hugo Chávez, bajo el decreto n.° 1317. Con esta iniciativa buscaba ampliar el proyecto de cooperación que el mismo Chávez había establecido con Cuba, mediante el cual miles de médicos cubanos llegaron a Venezuela. Se supone que esta Universidad de la Salud cumplía el objetivo de formar a médicos integrales comunitarios para acompañar la labor de los cubanos en los barrios y mejorar el sistema de salud venezolano.

Como dice el dicho: el camino al infierno está preñado de buenas intenciones. La universidad fracasó en su intento de producir profesionales calificados en el campo de la medicina. Innumerables testimonios dan fe que la institución solo cumplió una labor: formar un ejército, pero no de batas blancas como dicen los cubanos, sino de adeptos a la revolución. El mérito y el aprendizaje salieron por la puerta de atrás en esa universidad, para darle paso a la ideología y la política. Los estudiantes se la pasaban más tiempo recordando las supuestas gestas revolucionarias de los líderes políticos de la revolución, que analizando el sistema inmunológico. Lamentablemente, quienes han pagado los platos rotos son quienes terminaron creyeron en la promesa de estudio, quienes hoy tienen títulos de doctores, pero sin poder ejercerlo por falta de credenciales que los respalden.

El régimen año tras año sigue graduando médicos comunitarios, pero que no son contratados en ningún sitio, solo en los centros de salud públicos, donde trabajan bajo condiciones inhumanas y recibiendo salarios de hambre. Vale la pena agregar que estos regímenes autoritarios como los de Cuba y Venezuela no solo emplean estos programas para formar cuadros ideológicos, sino también para financiarse. Un estudio independiente estima que los programas de salud cubanos le proveen a la isla entre 8.000 y 11.000 millones de dólares anuales.

Venezuela, al final, lo que ha hecho en este tiempo es importar el sistema de salud de Cuba, el cual se sustenta en propaganda política, pero que en el fondo es un proyecto esclavista y antihumano. ¿Por qué los médicos cubanos desertan de sus misiones en el mundo? Sencillo porque son esclavos de un sistema.

Según un informe de la organización Cuban Prisoners Defenders (CDP), quienes participan como galenos en estas misiones apenas reciben entre 10 y el 25% del salario que pagan los países, el resto es otorgado al régimen de La Habana. En algunas ocasiones una parte del salario es depositado en Cuba y el médico solo puede acceder a ella si regresa a la isla. Además, hay serias denuncias sobre cómo quienes forman parte de este programa son amedrentados, le retiran sus identificaciones y les obligan a desarrollar tareas de espionaje y proselitismo político.

En el caso de Venezuela, los jóvenes formados ideológicamente, y sin ningún tipo de experticia en el área médica, son enviados a trabajar en condiciones precarias. El sistema público de salud ha sido desbaratado por la corrupción y la politización. Millones de dólares que debieron ser destinados a la dotación de los hospitales se dirigieron a la financiación de estos programas cubanos que solo funcionaron para engordar las cuentas de unos cuantos burócratas. Para que tengamos una idea, al programa de medicina cubana se le destinaron 40.000 millones de dólares entre 2003 y 2017, según cifras de Transparencia Venezuela.

La última Encuesta Nacional de Hospitales de Venezuela muestra un panorama desolador sobre la situación del sistema de salud. El estudio revela que el 80 % de los servicios de tomografías están inoperativos en Venezuela y el 60% de los hospitales no tienen servicio de agua. Igualmente, el estudio agrega que el 67,4 % de los servicios de nutrición de los principales hospitales sirven menos de tres comidas al día. Se trata de una realidad muy compleja, que obliga a los médicos venezolanos a emigrar o a buscar otro oficio.

Con esto no quiero decir que los médicos venezolanos carecen de preparación. Para nada. En países como Colombia, Chile o Argentina los galenos venezolanos hicieron valer sus títulos durante la pandemia, salvando vidas y ayudando a superar la emergencia sanitaria. Los médicos graduados de las universidades venezolanas independientes son indiscutiblemente profesionales de altísimo nivel, que no solo destacan por su preparación, sino también por su experiencia de trabajar con las uñas y bajo las condiciones más deplorables. Por eso mientras más médicos venezolanos reciban oportunidades en los países de acogida, más robustez tendrán dichos sistemas de salud. En pocas palabras, una cosa son los médicos comunitarios graduados por Maduro y otra los médicos graduados por las universidades autónomas de Venezuela.

A lo que voy en este escrito es que resulta catastrófico que haya personajes en el mundo que sigan comprando la tesis de la portentosa salud que se provee en Cuba y Venezuela. Detrás de esa solidaridad hay un desprecio a miles de víctimas, personas que huyen de la esclavitud y las penurias de un sistema que socava todo el bienestar a su antojo. Basta de seguir escudándose en solidaridades automáticas, tapando el sol con un dedo. Es hora de que prevalezca a toda costa los principios de los derechos humanos. Los políticos tenemos el deber de hablar el lenguaje del sufrimiento, porque este tema de Venezuela y Cuba no es de izquierdas o derecha, se trata de un profundo drama humano.

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