Lucio Herrera: Cauce desbordado


Valencia, 07 de febrero de 2019.- Y llegaron de nuevo de todos los rincones de esta tierra. Vinieron caminando en sin fin de postas y caravanas en creciente rebelión. El grito del joven se unió a la palabra del sabio y entonaron juntos un canto de  libertad. Fue una mañana de febrero llena de sol y calor, un día cualquiera de la estación seca en que los campos del país fueron regados con nueva esperanza y brotó la convicción de vencer en una nación que decidió cambiar.

En comarcas cercanas y en parajes remotos se consumó el milagro. Se fecundo el óvulo fértil con la semilla buena del coraje y desprendimiento que solo dan el dolor sufrido y el sacrificio ofrecido. Se inicia la gestación de una nueva actitud colectiva, se desarrolla el brión de un convencimiento común en el vientre de la patria. La era extiende sus piernas y las abre en posición de parto, pronto inicia el alumbramiento, un nuevo ser nacional se asoma y muestra su cuerpo vivo. Rompen fuentes y nace en momento supremo de esplendor y gloria en el lecho de los tiempos.

El hombre se acerca a la mujer que duda y la invita de nuevo a acompañarle.  Pasa la mano sobre sus hombros caídos y le habla, sanan sus palabras el espíritu herido con la dulzura que solo brinda el amor sincero. Pide perdón, hasta por lo que no ha hecho, solo con la intención de que ella levante su cara nuevamente al sol, se desnude de resentimientos y avancen juntos hacia el nuevo amanecer de Venezuela.

Al hablarle se arrepiente por no comprender su dolor. Fue duro al juzgarla, al cuestionar su rabia, al reprochar su insolencia, esa que le produjo la decepción que frustró su sueño de liberación. Ahora es confeso de volver a creer y así lo declara, mas no es el único, porque somos muchos los que más allá de la esperanza nos levantamos después de cada caída y volvimos a caminar en esta tortuosa brecha de densa maleza que nos ha tocado transitar, en medio de espinas y mala hierba pero también de orquídeas del pie de monte y rosas de la sabana.

Busca el escritor en su interior, registra una gaveta cerrada de su alma, aquella que pensó no abrir de nuevo. Allí encuentra, desvencijada pero existente, esa vieja prosa apasionada, fulgurante, terriblemente ardiente de pasión por el cambio y lo nuevo. Y Llueve inspiración en lo seco, crece de corriente insipiente a grueso y sonoro torrente. Aumenta, desborda, ruge a su paso, derrumba los diques de los corazones duros, de las voluntades rotas y de las ganas muertas.

Lo que nos depara el destino será el resultado de lo que hagamos hoy. El fin de la usurpación no será una proclama más en la épica de una vieja causa. Ahora, de pronto, lo posible se vuelve letra y voz. Comienza la transición a un tiempo nuevo, la decisión la tomamos porque somos libres y hacernos un camino propio sin mordazas ni ataduras es y será la elección.  

Ahora tocará avanzar sobre la devastación, unirnos y dejar atrás la adversidad, identificar lo constructivo y rechazar lo engañoso. Superar la tragedia roja e iniciar la reconstrucción de un país que tiene un potencial inmenso. Pero para ello debemos insistir más que resistir. Nos toca ser persistentes, convertirnos en propuesta transformadora, hermosa e insinuante por el amor al prójimo, seductora y atrayente para el logro del cambio por el bien.

Siempre en los corazones fértiles habrá terreno para el retoño de la esperanza, para el riego de la ilusión, el abono de los sueños y la cosecha de una nueva realidad. Todo comienza con recuperar la actitud de conquista, el hambre de victoria, la sed de ganar en el presente para hacer un buen futuro.  

Somos río crecido de humanidad, tormenta de emociones, pasiones liberadas, cauce desbordado. Que se nos condene porque reincidimos en creer que el cambio era posible y lo hicimos realidad, sobre los restos de la rendición, el conformismo y la sumisión. Juntos somos el rostro de la Venezuela que vuelve a nacer.

blog comments powered by Disqus