Juan Pablo Guanipa: ¿Diálogo cuándo y cómo? Venezuela está clara

Caracas, 28 de octubre de 2018.- Venezuela está clara. Necesitamos salir de esta dictadura para poder atender la necesidad de reconstrucción que sin duda tiene nuestro país. También estamos claros los venezolanos en que los delincuentes que desgobiernan a nuestra patria no tienen la menor intención de abandonar un poder para el cual no están legitimados. Llegamos al momento en el que asumimos con realismo político que no hay forma de resolver nuestra tragedia, en esta hora, con un diálogo, negociación o elección.

Los asuntos estratégicos tienen profunda vinculación con los tiempos en los que decidamos tomar determinadas acciones. Puede haber gente que desde que llegó Chávez al poder, haya dicho que eso era una dictadura y que no había solución electoral o negociada a la crisis que ya se avizoraba.  En el tiempo se demostró que agotar la vía electoral era necesario, que intentar diálogo y negociaciones era pertinente ¿Cómo podíamos categorizar a esto como una dictadura si no agotábamos todos los esfuerzos electorales, de negociación, etc? Por eso fueron importantes victorias electorales como la que en 2007 frenó la reforma constitucional o la que se logró de manera arrasante en las parlamentarias de 2015.  Pero es indudable que a partir de ese año, lo que era ventajismo e intento de fraude electoral, se convirtió en dictadura pura y dura que acabó con la posibilidad de que el pueblo pudiera elegir a través del voto. Hoy, la gran mayoría de la población no está dispuesta a participar en “elecciones” hasta tanto se logre un CNE equilibrado y se den las condiciones mínimas de las que ya hemos hablado.

En cuanto al diálogo y negociaciones ¿Era o no necesario agotar esa vía? En mi opinión, considero que sí, porque eso demuestra nuestro interés por buscar una salida a nuestra crisis agotando los recursos de la discusión y los acuerdos. Pero ya hoy está demostrado que quienes están ejerciendo la dictadura, solo han usado el diálogo y las negociaciones como excusa para ganar tiempo y atornillarse en el poder. Hagamos un brevísimo y no exhaustivo recuento. Durante los años 2002 y 2003, luego del 11 de abril y del retorno de Chávez al poder,  él mismo se abrazó al diálogo y vinieron como mediadores los expresidentes Gaviria y Carter, se llegaron a algunos acuerdos y ni el teniente Coronel ni sus seguidores dieron cumplimiento a ninguno de los puntos acordados. Durante los años siguientes, cada vez que se exteriorizaba la molestia popular, salían las voces presidenciales a llamar a un diálogo con el único objetivo de calmar ánimos y seguir. Así sucedió en 2014 con La Salida, en 2016 con la mediación del Vaticano, en 2017 en República Dominicana. Nosotros somos demócratas y lo hemos demostrado, pero el expediente del diálogo, en estas circunstancias, está completamente agotado por la irresponsabilidad y caradurismo de los agentes de esta dictadura, quienes se jactan de haber hecho más de 300 llamados a diálogos y todos sabemos cuáles han sido las intenciones y los resultados.

Por esas razones, nos negamos rotundamente a los intentos de diálogo que surgen desde la dictadura y desde algunos sectores de la oposición. Y vuelve aquí lo estratégico ¿Es este un momento en el que podemos tener confianza y respeto por un grupo de delincuentes que solo quieren ganar tiempo? ¿Es pertinente ir a un diálogo para normalizar las cosas y esperar, con el madurismo en el poder, una nueva oportunidad electoral? La respuesta, sensata y tajante, es NO. La Comunidad Internacional ha estado clara y ha sido contundente en la negación de esta posibilidad ¿Qué hacer entonces? Intensificar la presión nacional e internacional, poner a estos señores entre la espada y la pared y, en ese momento, sí, hacer una negociación que sirva para establecer los parámetros en los cuales Maduro abandonará el poder y los venezolanos podremos respirar de nuevo. No nos equivoquemos. Seamos duros, fuertes, hasta lograr nuestra liberación.

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