Juan Pablo Guanipa: ¿Quién es el líder?


Maracaibo, 15 de septiembre de 2018.- Seguimos recorriendo el Zulia y Venezuela. En nuestros encuentros con la gente en los espacios comerciales, en las comunidades, en sitios de estudio y de trabajo, es impresionante ver el nivel de angustia, de desesperación, a veces de resignación pero también de esperanza, que muestran los ciudadanos. Hay muchos reclamos. Y es lógico que los haya. Todos esperamos, desde hace bastante tiempo, un desenlace positivo a la profunda crisis que nos agobia.

La inmensa mayoría de nuestro país quiere salir de Maduro y de todo lo que representa. Es necesario reconocer que gran parte de la ciudadanía y gran parte de la dirigencia opositora hemos hecho todos los esfuerzos posibles para salir de esto. Los sacrificios de vida, de prisión, de exilio, de calle, de voto, de resistencia, de negociación, de lucha, de presión nacional e internacional, están allí. Todas las vías democráticas y constitucionales han sido abordadas. Y aunque hemos ganado terreno, hemos logrado desnudar al régimen dictatorial que nos oprime, no hemos logrado el objetivo fundamental que es la liberación de nuestro país secuestrado.

Ante la realidad de no haber logrado nuestro objetivo y en medio de la estrategia divisionista de la dictadura, comenzamos –en vez de mirar hacia el frente, donde está el enemigo de todo un país– a ver a los lados, a señalarnos a nosotros mismos, a exaltar nuestras diferencias por encima del interés patrio. De esta manera terminamos restándonos nuestras propias fuerzas y alejando el objetivo fundamental de liberación. Nos afecta también la lucha dirigencial para determinar quién se muestra más o menos radical o para tratar de influir en el otro en cuanto a la política que consideramos más eficaz para salir de esta situación insostenible.

En nuestros recorridos escuchamos planteamientos, casi siempre en segunda persona: ¿Cuándo van a sacar a Maduro? ¿Cuándo nos van a librar de esto? ¿Quién es el líder? Y así podemos recordar infinidad de preguntas que tienen una particularidad: en su mayoría la ciudadanía siente que no es mucho lo que puede hacer para lograr el cambio político anhelado. O siente que ya ha hecho mucho, o se siente defraudada y tiende a rendirse, o asume que el que vivimos es un asunto político y debe ser resuelto por los políticos, o se siente obligada a luchar por su subsistencia y a postergar la lucha por el país.

Voy a hablar en primera persona. Tengo la convicción de que los venezolanos podemos y vamos a salir de esta deplorable situación. Pienso que la forma de lograrlo es que cada uno de los ciudadanos asuma su responsabilidad. Si un grupo numeroso de ciudadanos ejerce el derecho a la protesta, a la disidencia, a la rebelión, Venezuela va a lograr liberarse de los delincuentes que la gobiernan. Estos tipos sobrepasaron todos los límites de la racionalidad, de la decencia, de la ética, del estado de derecho, de la constitución, de todo. Por esa razón y por nuestros propios errores, no hemos logrado defenestrarlos, porque no tienen límite y no les importa ni la vida, ni la seguridad de nadie. Solo les importa el poder y los ilegítimos beneficios que de él obtienen.

Lo que nos corresponde a los venezolanos es reconstruir el liderazgo desde la acción de cada uno. Cada quien en su sitio puede ejercer un liderazgo. No hay lugar para liderazgos mesiánicos sino colectivos. Debemos mostrar al mundo, en cada comunidad, en cada espacio, nuestra inconformidad y rechazo a quienes han llevado al país a esta situación de catástrofe. Mientras vamos logrando eso, la dirigencia política y social debe intensificar su trabajo de orientación y lucha hacia el logro del cambio. Si algún momento es fundamental para lograr ese objetivo, es éste. Las medidas políticas de Maduro muestran, día a día, que son un fracaso. Que ese fracaso estruendoso sea un factor adicional que una a toda la ciudadanía hasta lograr el quiebre y el cambio. 

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