Juan Pablo Guanipa: Día de la Patria


Caracas, 07 de julio de 2018.- El 5 de julio es día que significa patria. Hace 207 años los venezolanos –guiados por la impronta de un civil cuya vida y obra deberíamos reivindicar todos los días, Juan Germán Roscio– decidimos ser una república libre e independiente. Optamos por desprendernos políticamente –aunque no afectivamente de su pueblo con quien nos siguen uniendo lazos indestructibles– del imperio español. Ese día continuó un proceso que había sido gestado por prohombres como Francisco de Miranda y que tenía importantes antecedentes, uno de ellos el 19 de abril del año anterior, cuando el cabildo de Caracas declaró el inicio del proceso independentista.

Al final del acta firmada unos días después, los representantes de las siete provincias que dieron el paso, asumieron que “…a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes".

Comenzaba de esa manera un periplo que costó muchas luchas, muchas batallas, muchas vidas hasta que pudimos iniciar definitivamente nuestra historia como República independiente y soberana. Esa historia ha estado signada por guerras civiles y autocracias. Se escribe en una línea pero se traduce en décadas y décadas de inestabilidad, de abusos y de pugnas que no permitían que tuviéramos lo básico para que un país pueda llamarse país: instituciones.

La experiencia democrática, iniciada con sentido de permanencia por primera vez en 1958, recogió lo positivo de lo que se había hecho en los años anteriores y logró, con aciertos y errores avances sin precedentes en lo político, en lo económico, en lo social, en lo cultural y en lo institucional. Luego del desastre que ha significado para el país estos casi 20 años de “revolución” sin sentido, hoy nos toca continuar el camino hacia nuestra verdadera independencia, lo cual debe traducirse en el esfuerzo de ser y actuar por nosotros mismos sin descuidar nunca nuestras relaciones de hermandad e intereses con la comunidad internacional lo cual, en un mundo globalizado, es fundamental para que logremos el mayor bienestar posible de un pueblo que ha sufrido hasta la sangre y la muerte. Venezuela no merece seguir así y esta fecha debe recordarnos nuestro compromiso.

Ser independiente es ser libre. Es poder actuar, hacer y elegir sin intervención o tutela ajena. En esta fecha en la que nuestro país conmemora la independencia de la colonia española, no podemos ver ese término solo con añoranza sino con la convicción de que debemos recuperar lo que significa ser independiente. Los yugos no son menos yugo dependiendo de la nacionalidad. Venezuela debe ser libre y soberana, sin estar comandada por ninguna nación extranjera, no como ocurre actualmente, que mientras se señala al “Imperio”, se le envuelve en papel de regalo a Cuba.

Nuestros próceres libraron cientos de batallas para que Venezuela se independizara, para que lograra convertirse en una república, que años más tarde con sus aciertos y tropiezos, caminó hacia la democracia. Fue un movimiento que necesitó de la cohesión de las provincias con la capital, todos unidos por un mismo propósito: soberanía y libertad.

Reconociendo los paralelos históricos, hoy Venezuela demanda, para alcanzar la libertad de comer, vestir, proteger la salud, pensar, trabajar, estudiar, emprender, vivir, que unidos accionemos y presionemos para conquistar nuestra definitiva independencia.

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