Ángel Medina: 50 días después...


Caracas, 19 de mayo de 2017.- Más de 50 días de protestas en todo el país solo han dejado claro para el mundo que en Venezuela se vive la peor etapa de un gobierno que, asaltando las instituciones, pretende instaurar un régimen autocrático. Los heridos, los arrestados que suman ya miles, los civiles que están siendo juzgados en tribunales militares, todos los que marchan, los que lloramos a las decenas de hombres y mujeres que han sido asesinados por la impunidad del poder, especialmente jóvenes con historias de vida inolvidables, todo esta mezcla de terribles momentos pasan a formar parte del expediente en contra de un dictador que pretende hacerse de la nación como parte de una especie de botín que heredó.

Son momentos muy duros y los mismos nos impulsan a seguir en la lucha, porque sin duda alguna estamos presenciando la última etapa de un modelo político, los últimos capítulos de esta historia revolucionaria, y como su esencia es bruta y basada en el fanatismo, estos tiempos marcan el peor rostro del régimen, ese del odio al otro, del resentimiento y del sin sentido como base para la toma de decisiones políticas.

Ahora bien, mucho preguntan si hemos avanzado, si todos estos días han permitido lograr algo en términos del cambio, y efectivamente, ver en perspectivas todas estas semanas obliga a sacar un balance sobre los hechos, sobre los lamentables saldos y sobre el futuro inmediato.

En primer lugar está muy claro que esto pasó a ser una lucha que también se libra en el campo internacional, el mundo hoy no solamente está preocupado por lo que ve, por las informaciones oficiales que reciben y por los datos de ONG, políticos y medios de comunicación, el mundo está alarmado por cada nueva decisión de represión del gobierno y así se expone en tantos espacios de la región, parlamentos, foros, gobiernos, organismos multilaterales, sin excepción hablan sobre Venezuela. Pero también están ocupados, vemos como el mundo declara, establece resoluciones, provoca reuniones, activa mecanismos y presiona desde su ámbito, para que se produzca una salida democrática a este enorme conflicto.

En segundo lugar, se ha logrado unificar las agendas de lucha, hoy las demandas sociales se encontraron de manera perfecta con las exigencias políticas, el mundo de los políticos hoy está encontrado con el mundo de la sociedad y ello porque se ha llegado a un nivel de conciencia donde se tiene muy claro que la crisis económica y social es el producto directo de un modelo político, que los problemas personales no son tales, sino que se vuelven colectivos porque son el resultado del intento de implementar políticas irresponsables que nos han hecho ser un país rico lleno de gente pobre. Lo que hasta hace poco era un divorcio claro, hoy se funden todas las exigencias en la calle.

En tercer lugar, la lucha no se trata de jugarle a la suerte, existe una agenda clara que se determina desde lo político y con los políticos al frente, la protesta está enmarcada en unas exigencias expuestas de forma recurrente en cada espacio, existe entonces en esta etapa una direccionalidad que busca darle vida al derecho constitucional de la protesta y al espacio para salir de esta crisis histórica que atraviesa la nación.

Por último, pero no menos importante,  lo que hoy se vive en las calles de toda Venezuela tiene marca de movimiento social, de cambio general de una nación y por tanto, es imposible ver esta contienda como una lucha entre meros sectores políticos, porque al final aquí se integra en cada actividad toda una nación, lo que estamos viendo no es la lucha de la MUD en contra del PSUV, lo que estamos protagonizando es la lucha de todo un país en contra de los pocos que hoy mantienen el poder y eso es radicalmente distinto.

Mucho se ha logrado y mucho sigue costando a la nación, pero si de algo estamos seguros es que primero se cansará el poder que los venezolanos que queremos un cambio.

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