Ángel Medina: El chavismo convirtió a Venezuela en un país de repuesto


Caracas, 19 de marzo de 2015.- Nos hemos convertido en la sombra lúgubre, de un brillante sueño que no fue. Las promesas lanzadas al viento y tomadas hace más de una década por millones de compatriotas, simplemente se quedaron en el tintero: el país potencia, la verdadera justicia social, la construcción de un Estado influyente, la erradicación de la pobreza, desatarnos definitivamente del modelo rentista, freír la cabeza de los corruptos, en fin, hacer de nuestra tierra el sueño de cualquier hombre, quedó en la simple esperanza, que hoy solo son pedazos inútiles de una emoción efímera.

Se rompió el sueño, o le entraron a batazos los mismos que pretendían cristalizarlo. No se dieron cuenta que debieron atender lo básico de una gestión pública, llevar las cuentas, ser transparente, hacer mucho con poco y trabajar pensando en la gente y no simplemente en el poder, no se percataron que en medio de tanta abundancia existían reglas mínimas que debieron cumplirse, normas legales que debían respetarse y sobre todo, un modelo democrático que debía fortalecerse y no simplemente utilizarse como pretexto.

Pecaron por nuevos en el poder, por avaricia, por ignorancia, por resentimiento, por buena fe o por deseos poco realistas, pero pecaron al final y eso hoy lo paga la gente, el más humilde, quien ve desde lejos la posibilidad de mejorar su vida más allá de lo que la lotería de quien juega en el poder le pueda hacer llegar.

Hoy somos un país de repuesto, sí, de repuesto, y no porque aluda con ello la idea de que somos reemplazables o que podemos ocupar el espacio de otra nación, mucho menos que pretenda hacer de Venezuela la colonia de alguien, esa no es la intención de esta idea.

Somos un país de repuesto porque vivimos remendando lo que el pasado glorioso nos dejó, porque utilizamos las mismas herramientas que compramos hace más de una década y por la propia debacle del modelo, se nos hace imposible hoy reemplazarlas. El carro en que anda nuestra nación es modelo viejo, ya están empezando a echar varilla, pide una pieza, servicio, cauchos nuevos, tiene manías, el aire no enfría, hasta la bombona de gas se la quitamos para tener espacio ya que se perdió en el camino la idea de sustituir la gasolina y lo peor de todo, parece un sueño hoy pensar en cambiarlo por un último modelo.

Ese país de repuesto está en todas partes. A ratos pareciera que nos quedamos suspendidos en el tiempo, congelados en 2005 o 2009, que nunca hemos logrado pisar el 2015 en términos reales. Se nos congeló la historia, hasta los cuentos de quienes están en el poder son los mismos, con distinta carátula, pero el mismo guionista, las mismas frases. No hay nada nuevo, lo que llega es para reparar lo que existe y lo que existe pronto dejará de funcionar como antes, porque al final, el pasado suma cuentas a su favor con cada día que pasa.

Somos el país de repuesto que decidió perder la carrera frente a sus vecinos, que se volcó a una distorsión total, donde el policía es ladrón y el ladrón es policía, sin que nada nuevo pretenda venir a cambiar esa relación. Más todavía, cuando en medio de esta situación, pretendemos innovar con lo viejo, y así han vuelto los pañales de tela como una vaina de avanzada, los te de cuanta hoja existe como el remedio más efectivo, el trueque como experiencia de mercado on the top. Se nos olvido el pasado porque revive en nuestro día a día, nos integra en un mismo momento lo que fuimos y lo que somos.

Las colas, eternas, soleadas, indiferentes al que gobierna, resignadas, arrechas por dentro pero sonrientes por fuera, nos miran, las miramos todos los días como una muestra eficiente de que vivimos de lo que nos quedó y viendo ver si llega algo de lo viejo.

Quienes están en el poder, nos han hecho creer que esto es la vida, que ninguno como nosotros. Ahora vienen a reforzar con más pasado esta idea, haciéndonos creer que somos los nuevos Bolívar, Paez, Piar, Mariño o Urdaneta de la partida, que somos libertadores vivos y coleando, que somos el repuesto que hace falta para torcer el brazo del gigante del norte.

No nos llamemos a engaño, no sigamos creyendo en este modelo irrespetuoso con nuestras expectativas, somos un país repuesto, pero que sigue vivo, con ganas, con fe, con deseo de ser algo distinto. No sabemos bien como lograrlo, pero de algo si estoy seguro, debemos comenzar a sentir que cada uno de nosotros somos esa pieza esencial y única que puede integrarse y lograr una realidad distinta. Que si tomamos conciencia podemos dejar de ser un repuesto de alguien o algo, para ser las verdaderas chispas del cambio.

blog comments powered by Disqus