Ángel Medina: Todos los intentos del poder por convertir a Venezuela en un cuartel


Caracas, 26 de febrero de 2015.- Nuestra historia como nación ha estado marcada por una influencia enorme de lo militar sobre el poder político. Contar nuestros últimos 100 años de historia, es representar el poder del sable, de la bota y la orden como forma y acción en el ejercicio del poder.

Es el período democrático del 58 al 98 el único que marca un alto a esta costumbre del gendarme necesario que se anida en nuestra conciencia como sociedad. La etapa democrática que vivió nuestra nación logro imponer lo civil por encima de lo militar, desarrollo el concepto de subordinación, respeto al orden constitucional y logró colocar en un justo lugar el rol de la Fuerza Armada dentro del proceso de desarrollo de la nación.

Lamentablemente, ese sueño de civilidad duró muy poco. Volvimos a fortalecer la presencia militar en las decisiones políticas, en la conducción de económica del país, en la gestión social del Estado, hoy tomamos como natural un proceso de militarización de nuestra sociedad al ver que las palabras batalla, lucha, guerra, enemigo y golpe, forman parte de nuestro vocabular cotidiano. Hemos caído en la uniformidad, el orden cerrado, los toques de queda del miedo, la verticalidad del mando, la orden obediente y peor aún, toda esta lógica cuartelaria se ha contaminado con la proclama anacrónica de la patria o muerte, del culto al personalismos y de la historia tergiversada de una nación.

Hoy ese esfuerzo de construir en Venezuela un gran cuartel sigue en marcha, se renueva todos los días frente a la imposibilidad de dar respuestas claras y posibles frente a la crisis económica y social que vivimos y padecemos. Quienes están en el poder  viven en batalla contra todo aquello que pretenda oponérseles, contra toda idea distinta y la mejor muestra son los presos políticos, la persecución a los emprendedores, la construcción de un enemigo externo para colocar como colaborador o apátrida a todo aquel que critique, para dividir al país entre patriotas y traidores.

Este proceso de militarización no está solo en las formas o en el discurso, también se ha planteado desde lo institucional, la creación de cuerpos ejecutivos cívicos militares para combatir el contrabando, la especulación, la crisis eléctrica hoy son una realidad. La ONG de derechos humanos PROVEA
denunció que desde 2013 se vienen institucionalizando figuras militarizadas en el país para controlar y provocar el miedo, como son las Milicias Obreras, Comando Popular Antigolpe, Brigadas Especiales Contra Grupos Generadores de Violencia (Gaceta 40.444), La Fuerza de Choque (Adscrito al CEO-FANB en Gaceta 40.502), el Sistema Popular de Protección para la Paz o SP3 (Gaceta 40.502) y la Resolución 008610 del Ministerio de la Defensa sobre la actuación de la FANB en control de orden público.

Estamos pues, inmersos en una estrategia de poder, desde el poder, que ha logrado desaparecer buena parte de las conquistas civiles de nuestra otrora democracia. El reto de la democracia y de los demócratas esta en devolver la civilidad a la escena política.

Reto que solo será posible conquistar con las propias armas que ofrece la democracia que no son otras que la organización social, el activismo en todos los rincones del país, la concientizacion de los problemas del pais y sus soluciones, el acompañamiento de las gente y el ejercicio pleno de los
derechos políticos, en especial, el derecho al voto. Y advertimos el tremendo error que significa apelar a ideas de pronunciamientos, salidas de fuerza, buscar un hombre fuerte para que nos devuelva el país perdido. Creer que la mano empuñada, la bota militar resolverá el déficit de civilidad es soñar despierto una ilusión fraudulenta.

Aquí esta uno de los retos profundos de nuestra nación, que solo lograremos en la medida en que cada uno de nosotros comprenda que somos parte, víctimas y promotores del cambio.

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