Maracaibo, 21 de agosto de 2014.- Una de las cosas que le encanta a algunos funcionarios públicos es demostrar poder, para algunos eso tiene que ver con cosas que lo hagan destacar. Recuerdo que cuando me tocó la responsabilidad de ejercer como diputado del Consejo Legislativo del Zulia, una joven asistente de un colega me preguntó: ¿Diputado, por qué usted no anda con un escolta y asistente?, le respondí que no me hacía falta y me devolvió esta perla: “Eso lo hace ver sin poder”.

Podrán ver mucho funcionario de alto rango, inclusive funcionario de segundo nivel, flanqueado por un escolta, hasta dos. Es importante amigo lector que usted sepa que eso es un funcionario menos en la calle, un policía menos para cubrir al ciudadano común. Vamos a un nivel más alto. Cuando ve a un funcionario electo por voluntad popular, no solo están forrados de escoltas, sino de autos que en vez de patrullar, exageran su protección para hacerlos ver, será poderosos.

Si hablamos de los ministros y viceministros, bueno, eso ya están a niveles del servicio secreto, existe además en el Gobierno nacional un complejo de persecución ridículo e impresionante. Si bien es cierto que para algunos por su responsabilidad les hace falta una protección especial, muchos exageran de esto, todos bajo la premisa, lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta.

Como diputado del Clez me parecía ridículo tener escoltas, nunca lo tuve, invitaría a mucho funcionario a que reflexione si ese escolta que termina utilizando de mandadero no hace más falta cuidando las calles y la vida de los ciudadanos. Aquellos que por sus funciones deban tenerlos, ya que asumen riesgos importantes, nuestra invitación es a pensar con criterio de escasez y responsabilidad colectiva, cada vez que metes más gente en tu equipo de seguridad, el hampa goza.