Elías Sayegh: Indefenso y conformista


Caracas, 16 de julio de 2014.- Cuando en el exterior se refieren al venezolano, se hablan de características como: cálido, sociable, alegre y emprendedor, cosas que obviamente hablan bien de nuestra gente. Sin embargo, me quiero referir a una en particular que no la resumiría sólo en una palabra: el venezolano resuelve. Tiene un ingenioso asombroso a la hora de adaptarse al medio, acostumbrarse a una situación.

En los recorridos y visitas que hemos hecho por todo el país, tanto como misionero católico, como en la actividad política hemos constatado de cerca expresiones de esta característica nuestra. Es impresionante cómo el venezolano logra, en pleno siglo XXI, vivir en lugares sin servicios públicos o sin fuentes de trabajo. Siempre tienen algún ingenio para atenuar las penurias y acostumbrarse a la situación.

Esta gran capacidad de adaptación es positiva, ya que se logra minimizar los problemas para hacer algo llevadera la carga, no obstante, se puede volver en una característica negativa, ya que en vez de exigir a los responsables de los problemas que resuelvan la situación, el venezolano prefiere resolver cómo pueda con sus propios medios. La gente prefiere "dejar eso así", nadie quiere reclamar, ni exigir, ni denunciar; de manera tal que cada vez se da pie a más abusos hacia la ciudadanía.

En otros países la situación es radicalmente opuesta. En Alemania, por ejemplo, un corte de luz de 10 minutos puede provocar la renuncia automática de la persona encargada del servicio de luz; si no renuncia automáticamente la ciudadanía lo hace renunciar. En los países del llamado primer mundo, la sociedad civil tiene un poder enorme. El ciudadano es consciente de su derecho a exigir, a denunciar, a protestar y a obtener respuestas y soluciones. Por otro lado, la autoridad o el prestador de servicio respetan al ciudadano/cliente, le reconoce sus derechos y busca satisfacer sus demandas.

En países como Venezuela el ciudadano/cliente va como en busca de favores al Estado o del prestador de servicio. Pide como si se tratara de una caridad, no exige por tratarse de un deber en caso del Estado, o de una obligación por contraprestación, en caso de un prestador de servicio.

De esta forma en Venezuela nos hemos acostumbrado a la mediocridad y al abuso de poder, tanto en el sector público como privado. Los malos tratos, el mal servicio y la falta de respeto están a la vuelta de la esquina; sin que esto tenga ninguna respuesta por parte del ciudadano/cliente que  se ve indefenso frente a esta situación.

Esta situación de  desamparo se ha convertido en conformismo o resignación, ya que en vez de reaccionar para que no se sigan cometiendo estos abusos, se busca resolver de otra manera, por los propios medios. Este fenómeno en el venezolano resuelve y se conforma en vez de protestar y exigir lo ha aprovechado un gobierno que cada vez da menos respuesta a los ciudadanos y sólo se concentra en mantenerse en el poder, sin que esto tenga la debida respuesta de la ciudadanía.

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