Jorge Barroso: Tarjeta roja para la revolución


Caracas, 09 de julio de 2014.- Cuatro de la madrugada. Es hora de despertarse para la señora Yelitza. Vive en La Urbina, municipio Sucre, y como cada martes debe bañar a sus tres hijos a punta de tobo, porque es día de racionamiento de agua en la zona. Como ella, miles de ciudadanos, en Caracas y en todo el país, sufren los cortes del vital líquido; y es que el colapso de los servicios públicos en Venezuela, ya no da tregua. Se vive en las zonas rurales, en los barrios y en las urbanizaciones. Vulnera nuestra calidad de vida, y lo peor, llega a denigrarnos como ciudadanos y seres humanos.

La familia de Yelitza, también ha sido víctima de los apagones que, en los últimos años, se han registrado en el país. En septiembre de 2013 perdieron la nevera, y un radio despertador que estaba en el cuarto de uno de los niños, luego que se registrara una falla en el sistema eléctrico nacional, que dejó sin servicio a más de la mitad del país. Misma suerte corrió uno de los televisores de la casa, durante la interrupción del servicio, en diciembre del mismo año. 

En un país que vende petróleo sobre los 100 dólares el barril, no se justifica una crisis eléctrica de la magnitud que afrontamos los venezolanos; tampoco que nuestras mujeres tengan que hacer largas colas por una bombona de gas, para poder cocinar; mucho menos que las comunidades pasen entre 15 y 30 días sin agua, ante la mirada indiferente del Ejecutivo. ¿En qué anda el gobierno?

Sistema eléctrico en crisis

100 días no fueron suficientes para que el Ministro, Jesse Chacón, estabilizara el sistema de energía eléctrica y mejorara la calidad del servicio, como lo prometió en mayo de 2013. Y un año tampoco lo fue; muestra de ello el apagón que dejó sin luz a 60 % del territorio nacional, el pasado 27 de junio.

"Si en 100 días no se logra lo que está planteado, entrego el cargo para que venga otro que pueda hacerlo", dijo Chacón en 2013. Y ahí está, enchufado. Ni renunció, ni tomó las medidas de mantenimiento necesarias para optimizar el funcionamiento de las líneas de transmisión que, según los expertos, no solo son viejas, sino que están trabajando por encima de los límites permitidos. Esto indica: 1. No hay inversión; 2. No hay voluntad; 3. Hay mucha ineficiencia.

Pero esta crisis no es nueva. En abril de 2008, 10 estados del país sufrieron los embates de un bajón de grandes magnitudes; situación que se repitió en abril y junio de 2011; en febrero, septiembre y diciembre de 2013; y que pese a la promesas del Ministro, Jesse Chacón, volvió a dejarnos en tinieblas el 27 de junio.

Lo peor, y más preocupante, es saber que no se trata de una simple avería, sino de un daño severo, y quizás irreversible, en nuestro sistema eléctrico. Un deterioro que podría tardar hasta 7 años en recuperarse, según los expertos. Hablamos de tomarse en serio el tema energético señor Chacón; de la necesidad de contratar a personal técnico especializado, de salir de los enchufados que están llevando a nuestra industria a un desastre inminente, y de tomar medidas urgentes para no quedarnos a oscuras.

No hay agua pa tanta gente

Y como si estuviéramos protagonizando una novela de horror, en Venezuela no solo escasea la luz, el aceite, la carne, y el papel toilet. El agua, sea para tomarla o para  bañarnos, también está en riesgo de extinción, y no precisamente por el cambio climático.

La falta de inversión, de mantenimiento y el retraso en la construcción de nuevas obras para el almacenamiento y distribución del agua, sin duda son causas primarias de esta crisis en el abastecimiento del vital líquido. Una muestra más de la ineptitud del proceso bolivariano.

Si de un juego de fútbol se tratara, sin duda este gobierno ya tendría unas cuantas tarjetas rojas en su haber, porque su ineficiencia ha convertido a Venezuela en un país que sobrevive a la escasez, la inseguridad, los apagones y el racionamiento.

Ante este panorama, aterrador por demás, nos preguntamos: ¿En qué anda el gobierno?

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