Juan Pablo Guanipa: ¿Un plato de sopa?


Maracaibo, 19 de junio de 2014.- La crisis que vive nuestra Venezuela es algo que no tiene sentido. Estos 15 años, así como han sido los de mayor ingreso petrolero e impositivo de toda nuestra historia, en términos absolutos y relativos, también han sido los de mayor ineficiencia y corrupción gubernamental. Quienes están en el poder prefirieron impulsar las contradicciones, el enfrentamiento, la pelea política en vez de promover una estabilidad institucional, seguridad jurídica, alianza con los diversos sectores para convertirnos en un gran país productivo con la gente educada, empleada y saliendo de la pobreza. Sin duda han perdido la más evidente oportunidad que haya podido tener cualquier liderazgo en todas las difíciles épocas que hemos vivido.

Tenemos un gobierno confundido con el estado, el partido y la campaña, lo cual representa una profunda falta de ética que no saben disimular. Tenemos un gobierno profundamente centralizado, lo cual choca con la Constitución y se traduce en un arrebato de competencias a alcaldías y gobernaciones en una absurda búsqueda por desaparecerlas para llevar todo a la rama nacional del poder público, multiplicando la ineficiencia y la corrupción que los ha caracterizado. Hoy en Venezuela ni siquiera se respeta el situado constitucional. Los recursos se producen en estados y municipios, pero los asume como suyos el gobierno nacional y los maneja con una discrecionalidad que atenta contra el estado de derecho y los más elementales conceptos de planificación pública. El cálculo presupuestario del precio del petróleo, primero a 40 y ahora a 50 dólares el barril, se convirtió en otra oportunidad para la discrecionalidad y para la corrupción. Hoy, el excedente de esos recursos va a un Fondo de Desarrollo Nacional que es un barril sin fondo ni desarrollo.

Lo peor de todo esto es que percibo que quienes abusan del poder, están absolutamente claros en lo que están haciendo. No les interesa promover la iniciativa privada, no les interesa la libertad que produce el estudio con respeto a todas las corrientes del pensamiento, no les interesa el trabajo productivo que también es liberador. A esta gente le interesa someternos a todos a la miseria, a la pobreza dependiente. Creo que les fascinaría que todos hagamos colas, muy agradecidos, hasta llegar con un plato hondo en las manos ante una gran señora que con delantal sucio saque un poco de sopa para alimentarnos a cada uno. Cada vez que pienso en esa imagen me convenzo de que tenemos que luchar, con inteligencia y sin desesperación, para producir el cambio que este país requiere.

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