Jorge Barroso: Salud en Venezuela ¿para vivir viviendo?


Caracas, 28 de mayo de 2014.- Atrás quedó el sueño de “Vivir viviendo” del Comandante Chávez, y el compromiso de construir la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para el pueblo, plasmado en su Programa de la Patria 2013-2019, y usado hasta el cansancio por Nicolás Maduro en su rol de heredero de la revolución Bolivariana; y es que al igual que la economía, la seguridad, la educación, y el empleo, el sistema de salud venezolano está en terapia intensiva.

La crisis de insumos, de equipos médicos y las deplorables condiciones en las que se encuentran nuestros hospitales, ponen en jaque la vida de más de 30 millones de personas en nuestro país. Medicinas tan básicas como el ibuprofeno no se encuentran en las farmacias; tampoco tratamientos para la hipertensión, diabetes, gasas, guantes, analgésicos, antibióticos, antisépticos, ni jabón de glicerina para bañar a los recién nacidos. Si hablamos de los fármacos para tratar el cáncer, sólo se consiguen 5 de los 27 recetados regularmente para atender la enfermedad. Una realidad indignante, violatoria de los derechos humanos, y de la Constitución de la República. 

En su artículo 83, la Carta Magna dice que “La salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida”. El detalle es que en el Gobierno de Maduro, el derecho a la vida y a la salud, no existen; tampoco las garantías para la prevención de enfermedades, tratamiento oportuno o rehabilitación de calidad, como lo establece la Constitución. 

En la Venezuela del 2014, con un precio del petróleo por encima de los 100 dólares el barril, el más alto en su historia, no se justifica que tengamos una crisis de salud como la que estamos viviendo; con un desabastecimiento de medicamentos por el orden del 50%, una infraestructura hospitalaria severamente deteriorada, y una deuda millonaria que impide a los laboratorios importar medicinas terminadas y materia prima para elaborarlas.  Tampoco se justifica que la vida de más de 3500 venezolanos esté en riesgo por falta de insumos para realizarse un trasplante de órgano; y mucho menos lareaparición de enfermedades, que aparentemente habían sido erradicadas en el país como la leishmaniasis. Mucha falta de voluntad. 

Es inaceptable que nuestros pacientes oncológicos, renales y con VIH-Sida, tengan que sobrellevar la enfermedad bajo el stress adicional de no conseguir regularmente el tratamiento necesario para mejorar su calidad de vida. Es inaceptable que no exista respuesta oportuna de las autoridades sanitarias, y que muchas de estas personas tengan que recurrir a un  amigo, familiar en el exterior o a un milagro para adquirir el medicamento que el Estado no le garantiza. Es inaceptable que la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital J.M de los Ríos esté clausurada por inundación de aguas negras, y que el laboratorio del Hospital de Coche esté cerrado por invasión de pulgas. 

Leer titulares de prensa como: “Aumentan amputaciones de piernas por falta de insumos médicos”, o “Informe de la Avedem señala que niños que nacieron sordos no podrán oír porque no hay implantes”, es una realidad a la que no podemos acostumbrarnos como sociedad. Tenemos médicos de altísima y reconocida trayectoria, pero no cuentan con los recursos necesarios para garantizar salud y vida; y eso también es inaceptable.

Estamos hablando de una emergencia sanitaria sin precedentes en Venezuela, país con mayores reservas de petróleo en el mundo, cuyas ganancias por su venta superan los 100 millones de dólares al año; una crisis que ha cobrado la vida de muchos ciudadanos, que afecta la salud de miles de pacientes, y que hasta la fecha no da muestras de recuperación.

Tenemos un sistema de salud pública en terapia intensiva, con diagnostico reservado y sin expectativas de mejoría oportuna; otro síntoma del fracaso de Nicolás Maduro que, en su afán de acabar con la disidencia, reprimir a los estudiantes y ahogar a la clase media y “burguesía” en la pobreza, está matando de mengua a los venezolanos.

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