Jorge Barroso: La Venezuela de Nicolás Maduro


Caracas, 21 de mayo de 2014.- Neveras vacías, escasez de insumos y medicinas para atender a pacientes con cáncer, VIH, problemas renales y otras patologías; un bolívar fuerte devaluado, un salario mínimo alabado pero depreciado, y una inflación por el orden del 60%; la más alta de la región. Si fuera una lista de mercado, la tendríamos completa, pero tan solo es una radiografía de la Venezuela Saudí de Nicolás Maduro; país rico en petróleo, pero pobre en planes económicos; y es que en poco más de un año las políticas públicas aplicadas por el llamado “Heredero de Chávez” nos han convertido en una de las naciones con mayor retroceso en Suramérica.

No en vano, el balance de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL, nos coloca en el 2013 como uno de los países de la región con mayor inflación, y nos pinta un 2014 muy poco alentador. Sólo en el primer trimestre del año registramos una inflación acumulada de 10,1%, y en abril de 5,7 puntos. Ni hablar de los índices de escasez, que en enero de este año alcanzaron un máximo histórico, al ubicarse en casi 30%.

El panorama ciertamente es aterrador, y el día a día lo es aún más; lo sentimos de cerca al peregrinar por farmacias y supermercados en busca de una medicina o un simple papel toilet; cuando hacemos eternas colas para poder llevar leche a la casa, o cuando se nos accidenta el carro y no conseguimos el repuesto para ponerlo a andar. Hablamos de una crisis económica sin precedentes, que ha afectado a rojos y azules; ricos y pobres; y que sin duda alguna ha empobrecido aún más a los venezolanos, y en tiempo record.

Para ejemplificar esta especie de caída libre en nuestra economía desde que Nicolás Maduro llegó a la presidencia, sólo basta comparar los índices por año. En marzo de 2012, con Hugo Chávez en el poder, teníamos una inflación general de 0,9%; ya en marzo de 2013 con Maduro encargado de Miraflores la inflación se ubicaba en 2,8 puntos, y en marzo de 2014 en 4,1%. A buen entendedor, pocas palabras.

En el siglo XX, Venezuela era la Arabia Saudita del mundo, y así lo recordó hace algunos días el Presidente de Ecuador, Rafael Correa. Hoy, es un país en retroceso, sumido en malas decisiones políticas y económicas que ahogan a su pueblo en penurias. Tenemos una moneda que llamamos fuerte, pero que en menos de un año se ha devaluado tres veces; rígidos controles de precios, de producción y del tipo de cambio desde el 2003. Somos uno de los países con mayores reservas petroleras del mundo, pero importamos casi todo lo que comemos, y nuestra fuerza obrera gana un sueldo mínimo que no alcanza ni para un mercado quincenal. Ironías de la Venezuela Saudí de Maduro.

¿Qué han hecho los señores del Gobierno con el excedente petrolero? ¿Qué pasó con aquella Ofensiva Económica que inició el Presidente en Noviembre de 2013?, la cual según el BCV acabaría con la escasez de productos básicos, combatiendo  el contrabando, el bachaqueo y el acaparamiento. ¿Cómo es que en Venezuela nuestro sistema de salud está muriendo de mengua, si desde el año 98 el Estado percibe siete veces más ingresos, por concepto de exportación petrolera?

La falta de divisas para la importación y la fuga de inversión extranjera, nos han mostrado una realidad que no conocíamos de cerca. Por un lado, no conseguimos repuestos para vehículos, ni equipos electrónicos, a veces ni siquiera productos de aseo personal, porque el gobierno no asigna los dólares a las empresas; y por otro lado se siente una sensación de aislamiento, que cada día es más evidente, y que leemos en titulares como: “Alitalia suspenderá operaciones en Venezuela” o “Air Canada, Alitalia y Lufthansa anunciaron cambios en sus operaciones en Venezuela en los últimos dos meses”; y es que sólo a las líneas aéreas, el Ejecutivo les debe 4 millardos de dólares; y ni hablar de los más de 14 millardos que le adeudan a los importadores.

Lo cierto es que nuestra economía está muy débil, y lo estará cada día más si el gobierno insiste en imponer su control político sobre el aparato productivo. Bien decía hace unos días el economista, José Guerra, que parte de la crisis en nuestro país es consecuencia de las expropiaciones; y es que mientras no haya respeto a la propiedad privada y revolución en las decisiones de Estado para poner a andar la producción nacional, la crisis será insostenible.

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