Brian Fincheltub: Las murallas del totalitarismo


Caracas, 17 de mayo de 2014.- Reales o simbólicos, los totalitarismos siempre han levantado muros para tratar de cercar y aislar a su población. Estos son más altos mientras más autoritarios son los gobiernos que los erigen. La gente no solo se siete presa por las murallas, sino por el terror y el miedo que se apodera de ellos. Son las grandes cárceles de la modernidad, adentro miles que aspiran a vivir en libertad y sin restricciones. De la historia hay que saberlo todo, porque hasta lo peor se repite. Hablaremos en este artículo de varios casos históricos que nos remontan a las causas que llevaron a algunos sistemas a encerrar a sus pobladores como animales de experimento. 

El muro de Berlín, quizás el más famoso de la historia contemporánea. Se levantó después de la Segunda Guerra Mundial para separar a la zona bajo control de occidente y bajo dominio de los soviéticos: Republica Federal Alemana y Republica Democrática Alemana. Miles fueron detenidos tratando de cruzar y cientos asesinados, 28 años donde familias y habitantes de una misma nación quedaron divididos. Pero ¿Quién lo construyó y por qué? El muro fue construido por los socialistas en 1961 con la justificación de defender a la parte oriental de los “ataques fascistas”. De hecho el mismo se llegó a denominar como “Muro de Protección Antifascista”.

Kilómetros y kilómetros de vergüenza que fueron derrumbados en 1989 cuando miles salieron a la calle cansados de tanta opresión. Derrumbando no solo las bases de concreto del muro, sino al sistema soviético entero, marcando el fin de la llamada “Guerra Fría”. Pero de aquellos momentos de confrontación quedaron dos enclaves del comunismo: Corea del Norte y Cuba.

Hablemos de Corea del Norte, una de las sociedades más cerradas del mundo, donde impera un régimen de terror desde hace más de 50 años. Allí una línea imaginaria divide a Corea del Norte de Corea del Sur, la parte prospera e industrializada. Hablamos del paralelo 38, una zona desmilitarizada que es custodiada por las fuerzas de seguridad de ambos países en condiciones muy diferentes. Del lado de Corea de Norte los soldados atentos a que nadie cruce la frontera, quienes lo intentan son ejecutados con pena de traición. Del lado surcoreano hay hasta una tienda de souvenirs.

Las murallas no solo son de concreto, en Cuba el aislamiento llegó hace 50 años con un sistema que usó la excusa del bloqueo para despojar a los cubanos de sus libertades. Durante décadas pesó la imposibilidad para salir de la isla libremente, cuestión que devino en que miles escaparan en balsas al riesgo de morir en el mar ¿La felicidad? Habrá que preguntárselo a quienes escaparon y siguen escapando del castrismo.

La situación de Cuba hoy se parece mucho a la de Venezuela, ya no hay prohibición oficial de salir de la isla, pero la gran de la mayoría de la población que gana un promedio de 20 dólares mensuales no puede acceder a un pasaporte y a un pasaje aéreo. La aprobación de pasaporte queda a discrecionalidad de los funcionarios de la dictadura. En Venezuela quedamos cada día más aislados, nadie desde el gobierno reconoce que esa es la intención, pero las líneas aéreas están huyendo, los pasajes no se consiguen y sacar un pasaporte es un acto de fe y paciencia. Ni hablar de las restricciones del control de cambio.

A lo interno se levantan también nuestras propias murallas, en Caracas un sector de la población tiene prohibido manifestar hacia el oeste de la capital y cada vez que lo intentan el saldo son centenares de detenidos. El miedo también se ha apoderado de muchos frente al envío de manifestantes a cárceles comunes. Parece que nos acostumbramos a nuestro propio encierro, aquel al que nos condenó el miedo al hampa y a la represión.

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