Caracas, 30 de abril de 2014.- Fue publicada en Gaceta Oficial en octubre de 2011, es confusa pero de carácter obligatorio, cambia el nombre a la Comunidad Educativa por “Consejo Educativo”, debilita la participación de los padres y representantes en la toma de decisiones, y lo más grave, deja la puerta abierta al activismo político en las escuelas. Hablo de la Resolución 058, reglamento que ya se aplica en algunas instituciones de nuestro país, y que compromete seriamente la calidad y el criterio educativo de nuestros hijos. 

Que los niños griten a todo pulmón consignas populistas mientras van al colegio; que  juren lealtad a un partido político o a un líder; o que aprendan a justificar las miserias del presente con mentiras que la propaganda les ha enseñado a lo largo de sus vidas, es un riesgo que como sociedad no podemos asumir; una amenaza latente, que debemos tomárnosla muy en serio.

El Gobierno, en un delirio más de poder y de insensatez política, insiste en obligar a todas las instituciones educativas a enseñar a rajatabla la ideología política que ellos defienden; la misma que nos ha sumido en una crisis económica, moral y social sin parangón en nuestra historia. No se preocupan por el incremento desmedido de las muertes violentas en el país, ni por el colapso de las morgues, mucho menos por una inflación que se burla del sueldo de los venezolanos; y es que cuando el proyecto es hegemónico, los problemas reales son nimiedades. El plan político trasciende más allá de todo, incluso de la miseria que éste genera.

Y el plan está claro. Se lee en los libros de la colección Bolivariana que distribuye el gobierno en las Escuelas; textos que tergiversan la historia y que colocan a nuestro Libertador, Simón Bolívar, en un segundo plano frente al llamado “Comandante Supremo”. Una clara violación a la Carta Magna que garantiza la pluralidad ideológica, y que prohíbe el proselitismo político en los colegios. 

Ejemplos de pueblos condenados a la miseria y a la ignorancia mediante la ideologización, hay muchos. Cuba o Corea del Norte son muestras claras. Saber leer y escribir no es suficiente cuando los textos que tienes a tu alcance solo buscan encerrarte en paradigmas y condenar tu visión a una sola forma de pensar. Por eso es que educar es, en sí mismo, un acto de libertad. 

Lo que no termina de entender Maduro y todos los políticos que le rodean es que la democracia ya está en el ADN de los venezolanos, y que intenciones totalitarias, como controlar la educación, no verán la luz jamás, porque con nuestros hijos, y con el futuro de nuestra juventud no hay negociación posible.  Las diferencias se concilian, cómo no,  pero la libertad prevalece por encima de cualquier idea política. Cuando el gobierno es quien decide qué se debe enseñar y cómo se debe enseñar, no se educa, se ideologiza. La diferencia es abismal.

Esta nueva lucha por la defensa de la educación de nuestros hijos y jóvenes la daremos sin demora. El mayor aliciente que puede tener un padre en estos momentos, es que cuando llegue el día en que sus hijos se valgan por sí solos jamás tengan miedo a ser libres, ni a experimentar sin prejuicios la libertad. En nuestras manos está que el panorama aterrador que describí al comienzo no pase jamás de ser, simplemente, una terrible pesadilla. Abramos el debate.