Jorge Barroso: Amnistía ¿Por qué ahora no y antes sí?


Caracas, 24 de abril de 2014.- “En este país no hay presos políticos sino políticos presos”. Con esta frase, en una de sus tantas alocuciones, el presidente Hugo Chávez desestimó que en el país existieran presos por motivos políticos. No es de extrañar que la negación haya sido la técnica utilizada para salirle al paso a las peticiones de los familiares y a las advertencias de la comunidad internacional a través de organismos como la OEA y la ONU.

La liberación de Iván Simonovis y de la jueza Afiuni, quizá los casos más emblemáticos, se ha convertido en el punto número uno de cualquier petición al gobierno nacional por parte de la sociedad civil o la oposición venezolana. La respuesta del gobierno no ha variado mucho. Sin embargo, la situación política y social en nuestro país es muy diferente a la del último período presidencial de Hugo Chávez. La necesidad de sacar a todos los presos políticos se ha convertido en un punto trascendental para que el diálogo entre oposición y gobierno sea bien recibido y tenga resultados poderosos para ambas partes.

Difícilmente Nicolás Maduro podrá “estirar la arruga” en este caso como lo hacía Hugo Chávez. Hasta ahora, no sólo se ha negado la libertad a los 9 presos durante el gobierno de Chávez, (según cifras de Fundepro) sino que se sumaron 12 casos para el cierre de 2013, sin tomar en cuenta las detenciones producto de las protestas del primer trimestre del año en curso. Este escenario plantea que con tan sólo un año en el poder, Maduro superó con creces la cifra de su predecesor.

Acercándonos a los hechos que recientemente ponen en entredicho la voluntad de diálogo, podemos destacar la situación lamentable que viven los municipios San Diego y San Cristóbal. En ambas localidades se realizarán elecciones a destiempo, luego de que sus alcaldes electos por voluntad popular resultaron apresados de una forma cuanto menos reprochable. Para quienes tienen años en la lucha por la libertad de los presos políticos el momento es ahora, ya no hay prórroga a pesar de que el gobierno rechazó en primera discusión la propuesta de la MUD con respecto a la amnistía.

No se puede llamar a la paz y a la reconciliación mientras que tras las rejas se encuentran, desde hace más de 11 años, los cinco PM encarcelados por los sucesos de abril de 2002 y el llamado preso de Chávez, Iván Simonovis. Sobre Iván, pareciera que el capricho de una deuda impagable puede más que el poder de una medida humanitaria.

El razonamiento del gobierno diciendo que no pueden aceptar la Ley de Amnistía porque sería una muestra de debilidad por parte de la justicia venezolana, no tiene cabida posible en un país donde más del 90% de los asesinatos y delitos comunes no son resueltos. No es un argumento serio. Además existe el precedente de la amnistía del año 2007. 

Leopoldo López es otro de los puntos trascendentales que no se puede quedar por fuera y que demuestra que en la Venezuela actual ser un político preso o un preso político no representa ninguna diferencia. El Gobierno debe entender que no puede satanizar las protestas y buscar culpables a la crisis porque son sus políticas económicas y sociales las que han generado que las personas se vuelquen a las calles para exigir una mejor calidad de vida. 

La situación es compleja, pero no por eso se debe desechar el diálogo. Los venezolanos debemos tener paciencia y entender que las diferencias que existen entre el gobierno y la oposición son grandes, pero esto no representa que no haya puntos en común que arrojen resultados positivos al país. No hay problema lo suficientemente complejo como para que los venezolanos no nos podamos sentar y llegar a un consenso.

El diálogo es el primer paso para la sana convivencia ciudadana entre quienes piensan diferente, eso no implica claudicar a nuestras ideas. Creemos en la solución pacífica de la crisis actual  y estamos abiertos al debate, pero nuestras exigencias- las mismas que tienen buena parte del pueblo venezolano- siguen en la mesa y no pueden ser ignoradas. Por ahora, para los presos políticos y sus familiares sólo queda la esperanza, la misma que mantuvo de pie al presidente Chávez mientras estuvo preso.

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