Jorge Barroso: El Diálogo Vs La Salida


Caracas, 16 de abril de 2014.- La semana pasada toda Venezuela fue testigo, de lo que al parecer, es el primer gesto por parte del Gobierno Nacional para establecer un diálogo honesto ante el país. Han tenido que pasar dos meses de protestas y el fallecimiento de más de 40 venezolanos, para que Maduro cediera a sus pretensiones de gobernar como si nada estuviera pasando; y dejara de hacerse el ciego ante la crisis que vivimos. Mejor tarde que nunca.

Con una inflación record en el continente y con la inseguridad atroz que vive el país, el Gobierno debe entender que hay que abrir puentes de entendimiento y buscar soluciones en conjunto, de la mano con aquellos que lo adversan, para superar estos 15 años de decisiones políticas y económicas  que nos han hundido estrepitosamente en la violencia y  la improductividad. Las morgues de nuestro país y el constante aumento de los productos ya no son solo estadísticas, son una postal del fracaso.

Aunque creemos ineludiblemente en el diálogo, no faltan voces disidentes dentro de la oposición que vieron con malos ojos la reunión entre el Gobierno y la MUD; y se han encargado de restarle  importancia a un hecho que puede ser el primer paso para construir una mejor Venezuela en paz y sin violencia, lo cual no representaría en ningún momento la renuncia a nuestro proyecto de país, a las ideas que están detrás de cada una de nuestras acciones y a las diferencias evidentes que tenemos con el actual gobierno.

Es normal que estas voces surjan cuando se ha creado una coalición política con visiones distintas, pero con muchos objetivos compartidos. La MUD es una organización democrática, por eso no se debe esperar otra cosa de ella que no sea la pluralidad de ideas. Nosotros defendemos la democracia ¿Cómo se espera entonces una unanimidad propia de regímenes totalitarios?

Ahora bien, la pregunta sigue siendo la misma: ¿De qué servirán esas reuniones con Nicolás Maduro? Nosotros esperamos que para mucho. La MUD está en la obligación moral y política de demostrarle al país, cuanto sea necesario, que está dispuesta a tocar todas las puertas existentes para que los problemas del país se resuelvan y todos tengamos una mejor calidad de vida.

Las madres llorando a sus hijos asesinados o un padre sacando cuentas una y otra vez porque el dinero no le alcanza para mantener a su familia no son asuntos que conlleven solo la búsqueda de un culpable, sino también la respuesta con hechos a nuestra gente. Si dialogar con el Gobierno generará medidas efectivas a nivel de seguridad y la reactivación de nuestra economía, bienvenido sea el diálogo.

Pero el diálogo no es una alianza con el Gobierno, es un mecanismo para seguir luchando por los presos políticos y por las tantas reivindicaciones que cientos de miles de venezolanos reclaman diariamente por todas las calles del país. Tantas protestas y tantas humillaciones que debemos enfrentar para comprar un producto no son en vano. Nuestra lucha es pacífica, pero no ingenua. Nuestro rechazo a la violencia no se debe confundir con cobardía.

La Venezuela que queremos construir no puede sentar sus bases en un mar de sangre, como muchos piden que se haga, ni tampoco puede surgir de una intentona militar, pues nuestro país ya tiene suficientes ejemplos de los resultados obtenidos luego de la intervención militar en la política. Estamos en la obligación de no repetir los errores, pues allí sí que sería ingenuo esperar resultados diferentes utilizando los mismos procedimientos.

Nuestra convicción por la paz y el entendimiento siguen intactas. Nosotros no negamos a aquellos que piensan distinto a nosotros, por eso abogamos por la paz, pero no estamos dispuestos a participar en simulacros ni shows. Venezuela merece un diálogo serio y en este momento la pelota está en el campo del Gobierno y la MUD está atenta a su respuesta.

Lo que está claro es que si el Gobierno no reacciona, la calle seguirá hablando.

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