Elías Sayegh: Capricho comunista


Caracas, 20 de marzo de 2014.- Durante quince años en el país se han fomentado abiertamente los postulados comunistas. Aunque el Gobierno ha invertido gran cantidad de recursos en vender estas ideas, el venezolano todavía no está convencido de la doctrina marxista. Tan poca receptividad ha tenido muchos de los principios comunistas que el régimen ha tenido que hacerlos mutar o disfrazar, por lo menos en el discurso. Ejemplo de esto es el tema de la religión, que está tan arraigada en nuestro pueblo que hasta el más comunista ha tenido que declararse seguidor de Jesucristo, queriendo incluso desviar su mensaje; algo que contradice al comunismo que se declara ateo. También ha tenido mucha resistencia el tema de la abolición de la propiedad privada, cosa que el Gobierno ha ido disfrazando.

Qué ha significado este marxismo venezolano:

1) Reducción de libertades individuales, económicas y políticas.

2) La gran contradicción económica que lo constituye el despilfarro de la mayor bonanza petrolera que ha tenido el país, traducida en la mayor crisis económica que ha habido en Venezuela.

3) El desborde de la violencia. Gracias a la política de Estado de armar grupos paramilitares, lo cual se ha traducido en más de 10 millones de armas en la calle. Estas armas están acabando con la vida de unos 25 mil venezolanos cada año.

4) La destrucción institucional del país, vista en unos poderes públicos y unas Fuerzas Armadas militantes de una parcialidad política. Lo que hace que no cumplan con el fin para el cual fueron creadas.

5) El monopolio de los medios de comunicación. Bien sea a través de la censura, la compra de medios o el cierre, el Estado venezolano ha logrado reducir al mínimo las ventanas de expresión independientes. Esto sumado a la creación de un gigantesco aparato comunicacional y el uso abusivo de las cadenas de radio y TV. Todo orientado a bombardear día y noche mensajes bien pensados que mienten descaradamente sobre la realidad del país.

No cabe duda que todo este movimiento proviene de la isla de Cuba. Venezuela ha sido el capricho castrocomunista durante varias décadas. No es un secreto que desde 1967 los hermanos Castro han intentado por distintos medios hacerse del control de la riqueza petrolera venezolana. La invasión de Machurucuto, el financiamiento a movimientos guerrilleros en los 60, la infiltración a nuestras Fuerzas Armadas desde finales de los 70, la conformación del Foro de Sao Paulo en los 90 y luego el tutoreo particular a el expresidente Chávez desde que salió de la cárcel en el año 94. Lo cierto es que mientras Chávez estuvo en el poder Cuba tuvo la riqueza petrolera venezolana asegurada.

Aunque esta situación es conocida dentro y fuera del gobierno venezolano, no mucha gente le da el crédito y la significación que tiene. El tema es que mientras en la cabeza de la gente está el buscar los alimentos en varios lugares para, con suerte y después de largas colas, conseguirlos; en como rendir el sueldo que no alcanza, en protegerse de la delincuencia y tantos otros problemas cotidianos que padecemos los venezolanos todos los días; el Gobierno sigue aprovechando esta desatención para profundizar en su modelo comunista y seguir violando la Constitución.

La situación antes descrita pone entre la espada y la pared a la oposición política, ya que si denuncia o expone todas las irregularidades que se cometen en temas de corrupción, política cambiaria, derechos humanos, sistema judicial, la destrucción de las instituciones y muchas otras atrocidades que comete el Gobierno; se desconecta de los problemas que en verdad interesan a la mayoría de los venezolanos, que son los problemas básicos como: el desabastecimiento, el alto costo de la vida, la inseguridad y los servicios públicos. Sin embargo, si la oposición deja de lado los problemas de conducción política del gobierno y se enfoca solo en los problemas cotidianos de la gente, caería en un silencio cómplice frente a los grandes desastres que se cometen.

Frente a esta realidad. Los que pensamos distinto al régimen debemos hacer un esfuerzo por cotidianizar los grandes desastres del régimen. Debemos explicar que los problemas cotidianos de la gente son producto de políticas equivocadas y por ende, culpa de quienes están en el poder. No obstante, no podemos quedarnos en el diagnóstico del problema y de dónde viene, debemos dar nuestra propuesta para solucionar el problema.

La otra parte del reto está en cómo hacer llegar el mensaje, dada la situación narrada de los medios de comunicación. Todos aquellos que se han movido por el sentimiento de protesta en las calles deben entrar en los sectores populares para escuchar, comprender, proponer y conectar, crear empatía con los más humildes.

Debemos explicar que la protesta no es por problemas personales o de un sector, estamos protestando por problemas comunes, que afectan a todos los que vivimos en este país.

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