María Auxiliadora Dubuc: La política y el amor


Caracas, 02 de septiembre de 2013.- Hoy en día cuando vemos a nuestra querida Venezuela, atravesando una grave crisis que sin temor a equivocarme, es una de las peores de su historia, en lo político, en lo social, en lo económico; me pregunto, porque un país tan rico y maravilloso como el nuestro, le toco vivir tamaña desgracia.

Analizando la situación, me encuentro de golpe con Maquiavelo y su ideología en la política. Este pensamiento algo devastador según el cual, el amor no puede ni debe ser el norte fundamental de la relación política, porque un Estado no se edifica en esa llama, el amor es caprichoso y poco confiable, por lo que en política debe cultivarse el miedo o el temor, ya que si temes al Estado ganas confianza en las instituciones, si aplicas castigos en nombre de todos y ejemplificas vences siempre.

De modo que un buen líder político, en ese orden de ideas, no debe comportarse como un buen padre cariñoso y protector con sus hijos, muy por el contrario, debe ser violento y guerrero, sagaz y astuto, lo público entonces debe mantenerse a salvo de los sentimientos.
El término política en estricto sentido se emplea para designar la serie de acciones que tienen relación directa con la conquista y el ejercicio del poder sobre un grupo de individuos en un territorio determinado; por eso el político es aquel que tiene la capacidad de influir, condicionar y determinar el comportamiento del individuo y es en ese vínculo gobernante – gobernado, que se resuelve la relación.

El amor  es un sentimiento, una emoción, pasión y virtud, afronta el dolor y la tristeza, es ambiguo pero duradero y es una fuerza poderosa capaz de lograr lo imposible, pero la política no es más que un arco iris que se transforma y evoluciona diariamente, cambia sus tonos, los colores de las decisiones a capricho o conveniencia dependiendo de las situaciones que se presenten en el camino.

Hoy sentimos que el amor se nos muere en las manos ineludiblemente, poco a poco, sentimos que nos hace débiles tal y como apuntaba Maquiavelo, así lo apartamos de nuestras vidas y de nuestro entorno. Sin embargo, siento que estamos equivocados porque necesitamos desesperadamente mucho amor para salir adelante, para poder avanzar, porque un Estado no es solo político, es y debe ser también amoroso, porque debe entender la psicología de las masas y apuntar a reducir el nivel de malestar, de incomodidad y de miedo en la población, debe brindar seguridad y calidad de vida a los ciudadanos generosamente.

Si el amor se impusiera en la política, no habrían personas muriendo de hambre, ni familias sin techo, ni niños en situación de calle, mendigando lo que por derecho esencial les corresponde, pero se necesita de mucho esfuerzo y valentía para amar a un país, amar a la justicia, amor  y conmiseración, compasión hacia el otro, por los últimos, los débiles u oprimidos, como dice la Ley de Dios “Ama al Prójimo como a Ti mismo”, y no es solo una frase no más, ese amor por el otro en su dignidad de ser humano, es algo sagrado, y es lo único que debe contribuir a que una persona sea considerada políticamente apta para ejercer el poder y entenderlo como un servicio y no como dominación.

Quien ama merece ser elegido por su pueblo porque no es tarea sencilla saber ejercer con respeto y responsabilidad, la delegación y la confianza que se le brinda dentro del marco de la generosidad y solidaridad, esa es la sustancia del poder político, esa que nos lleva a unificar  y no solo sumar voluntades y que efectivamente a la postre otorga el verdadero poder que tanto ansían algunos.

Y es que no es debilidad en modo alguno, ejercer el poder a través de una política amorosa, de amistad,  atenta, encariñada con todo lo existente en el entorno, con sentido de pertenencia, una política de altura, apegada a las tradiciones y respetuosa de las herencias, que aplauda la formación y la excelencia del otro, que de a cada quien lo suyo, que sepa distinguir y poner cada cosa en su lugar, llevar la felicidad al individuo, una política de reconocimiento, dejando de lado egoísmos y mezquindades, una política donde no se pelee con nadie porque se trate a todos de manera igualitaria, una política que sea tan afable con los débiles como con los poderosos.

Es que a través del amor se logran tantas cosas, se ganan tantas batallas, que es insólito que aún no lo veamos con claridad, vimos como Gandhi con su filosofía de la no-violencia y de amor al prójimo logró que el ejercito ingles saliera de su país, tenemos ejemplo vivo de lucha por la libertad en Mandela y así muchos otros, todo con una dosis de amor inmensa, lo que ocurre es que el amor es un sentimiento que no cualquiera sabe y puede dominar, no cualquier político tiene ese don, esa sabiduría, ese desprendimiento, esos valores y principios.

Al final todo es amor, todo se reduce sencillamente a eso, solo quisiera que muchos políticos en nuestra amada Venezuela pudieran tomarse un minuto para hacer esa reflexión a lo interno, muy dentro de su corazón, y así analizar las cosas reconciliándose con el mundo y con los demás seres humanos, si sinceramente quieren un cambio para nuestro país,  en un esfuerzo verdadero por rescatar la hermandad, la bondad , la simpatía y la generosidad que hemos extraviado en el devenir de estos tiempos aciagos por los que nos ha tocado pasar, porque cuando hacemos las cosas bien, pasan cosas buenas, porque la Verdad siempre triunfa sobre la Mentira y porque debemos integrar juntos el eje del bien siempre para así lograr la meta que todos queremos:  un país libre y feliz!

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