Caracas, 18 de julio de 2016.- 35 mil personas pasaron en un día por un puente a buscar comida y medicinas. No se trataba de una prueba para batir un récord Guinnes sino de obstáculo más en la vida misma de los venezolanos. En un mundo cada vez más interconectado los genios del gobierno decidieron cerrar lo que es la frontera con más población entre países latinoamericanos.
Y es que la escasez que nos ataca a todos en la frontera es peor. En estos 10 meses se ha agudizado el desabastecimiento, la inflación disparado y la gente lucha día a día por resolver la comida de la familia. Nada ha cambiado desde el cierre. Todo ha empeorado. Por eso, los que lograron sortear las limitaciones físicas del pase a Cúcuta aprovecharon unas horas para comprar productos básicos. De librarse por unos días de las preocupaciones que todas las familias en Venezuela tenemos. Así lo certifican las imágenes y testimonios de quienes regresaban con bolsas de detergente, harina de maíz, o desodorante.
El gobierno insiste en la paranoia de siempre. Un show, una conspiración, un atentado contra la ya inexistente revolución son sus típicas respuestas frente a cualquier acontecimiento que revele su fracaso. Vielma Mora confundió las bolsas y medicinas con regalos y bebidas alcohólicas. Sentenció que las personas fueron a divertirse como si divertirse fuera un delito. Ignora que estamos viviendo a niveles primarios donde conseguir un producto básico es motivo para sonreír.
Esa afirmación nos hace acordar la máxima de la comunicación que dice: no vemos las cosas como ellas son sino como nosotros somos. Definitivamente este gobierno las ve como ellos son. Unos privilegiados a costa de la vida de los demás. ¿Qué otra razón puede tener que cierren cada espacio posible para mejorar la situación del país? El canal humanitario, lo niegan. Que la gente se exprese mediante el voto, lo bloqueen. La mediación o el diálogo, la encochinan.
Venezuela es una bomba de tiempo. El gobierno tiene en sus manos el detonante, y no lo quiere soltar, peor, lo quiere usar. Prefiere dejarnos destruidos como sociedad, como seres humanos, como ciudadanos, antes de retirarse y reconocer su fracaso.
Reconstruir el país en estas condiciones es el principal reto a vencer los próximos años.