Caracas, 22 de junio de 2016.- El proceso iniciado el pasado día lunes, es un acto de conciencia ciudadana, el cual realizamos por nosotros mismos, como aporte fundamental al intento de ser mejores cada día, también por nuestros hijos a quienes a cada momento inculcamos valores y para quienes deseamos un futuro mucho mejor que el actual presente, finalmente por un país, que aun siendo saqueado y golpeado, sigue siendo noble y espera lo mejor de su gente. La anterior reflexión obedece a la necesidad ya inocultable de una mayoría que desea un cambio para Venezuela y que teniendo la posibilidad de lograrlo por un mecanismo cierto y constitucional, se topa con la realidad de un gobierno que por todos los medios coloca trabas y obstruye el curso natural de un proceso anhelado por muchos.
Pues bien, el concepto de Estado fallido es una idea contemporánea que da cuenta básicamente de las problemáticas, deficiencias e imposibilidad de ciertos Estados para responder a las diversas demandas que hacen sus ciudadanos; en el caso nuestro específicamente, se materializan todos esos escenarios y se le agrega además el de oponerse incluso con violencia y el uso desproporcionado de la fuerza, cuándo ya no tiene elementos de valor para responder. Serían los internacionalistas Herman y Rartner, a principios de la década de los años noventa, los primeros en utilizar el concepto de Estado fallido. Esos analistas presentaron un nuevo modelo a través del cual un Estado llegaba a ser totalmente incapaz de mantenerse como un miembro de la comunidad internacional, con derechos pero también con deberes.
Cabe destacar que según estos autores, un Estado fallido se configuraría al presentarse el escenario, en el cual dicho estado colocara en peligro a sus propios ciudadanos y con esta acción amenazaría a sus Estados vecinos, a causa del flujo de refugiados, inestabilidad política, conflictos y otros factores determinantes; si les parece conocida la descripción, es justamente porque nuestro país se enmarca en el análisis teórico que les explico y eso mis respetados lectores es muy grave. Me atrevo incluso a agregar que no solamente el mal gobierno del señor Maduro es un estado fallido, es además un gobierno sinvergüenza; lo es porque ante el cumulo de situaciones que se presentan a diario, tales como: protestas por falta de alimentos, de insumos básicos, de medicinas y otras que no vale la pena mencionar, se burla de sus ciudadanos, de todos, incluso de aquellos quienes votaron ilusionados por el proyecto ¨Revolucionario del Siglo XXI¨ y fueron engañados, es un gobierno que busca evitar las protestas utilizando la fuerza pública, al mismo tiempo que manejando a su antojo las instituciones que son de todos los venezolanos, impide que existan las válvulas de escape naturales y bloquea todos los caminos pacíficos, con el único fin de perpetuarse en el poder, solo tenemos que observar la pésima y deplorable actuación ante la historia del actual Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), para tener un ejemplo.
El espectáculo mediante el cual se sacaron a los privados de libertad uniformados con franelas de colores, para que marcharan apoyando al actual mal gobierno, es un acto que deja muy claro la debilidad que se tiene como estado y como con este tipo de acciones, lo que se vislumbra es un desalentador futuro, claro está, si no se toman medidas ante las señales que sirven de advertencias predictivas, hacia cual puede ser el destino de Venezuela en caso de que la actual situación se prolongue en el tiempo.
Por lo pronto como todo lo que inicia también termina, cada acto que ejecute el presente mal gobierno y que vaya en contra de los derechos humanos fundamentales, no prescribirá y los responsables tendrán que enfrentar a la justicia, de eso que no quede duda; entre muchas cosas por irresponsables, por antidemocráticos, por tener doble moral y sobre todo como dice el Tío Nicolás, al que yo llamo el bueno, por sinvergüenzas, así de simple y sencillo.