Caracas, 22 de octubre de 2015.- El espiral de violencia que azota al país ha tomado proporciones inimaginables. Sólo el día martes de esta semana que pasó, murieron 18 efectivos de distintos cuerpos de seguridad, entre policías municipales, estadales, nacionales e incluso 1 guardia nacional. De acuerdo a las Naciones Unidas este es el país en donde mueren más policías per cápita. Portar un uniforme, se ha convertido en Venezuela, casi en una pena de muerte. Es cierto que muchos efectivos de cuerpos de seguridad del Estado son parte este problema, ya que cooperan con bandas delictivas o ellos mismos cometen delitos. Sin embargo, muchos funcionarios decentes están pagando los platos rotos de los demás.
¿Quién es el responsable de la violencia en el país? ¿Quién ha armado a la población de una forma irresponsable? ¿Quién lleva años pronunciando un discurso de división y de odio entre los venezolanos? ¿Quién controla las instituciones encargadas de administrar justicia? Todos sabemos la respuesta.
El hecho es que hoy tenemos grupos armados paralelos han ido adquiriendo arsenales de armas de una forma acelerada, lo que los ha sacado de control. No obedecen a nadie, ni respetan ningún tipo de ley o norma. Se sabe que hay zonas en el país bajo total anarquía, lo que llaman la ley de la selva, el control lo tiene el más fuerte.
Una inseguridad, que sin duda ha sido alimentada desde el gobierno nacional, directa e indirectamente, ha derivado en que somos el país más violento del mundo. Mueren más personas en un año en Venezuela, que en las guerras de Irak o Siria.
Frente a este caos, el gobierno se preocupa por encubrir la realidad. No se preocupan por tomar medidas para controlar el hampa. No piensan en reformar el sistema de justicia. No actúan para convertir nuestras cárceles en verdaderos reformatorios. No se les ocurre reformar la legislación vigente que está hecha para que los delincuentes estén en la calle. Lo único que les importa, es que las cifras de esta tragedia no lleguen a los medios de comunicación. Sólo les preocupa mantener la fachada de “la revolución bonita” frente al mundo. Todo su accionar va dirigido a mantenerles los ojos tapados a los venezolanos.
Si el país quiere salir adelante hay que volver al imperio de la ley. Debemos acabar con la Ley del Hampa. Hay refundar las instituciones encargadas de administrar justicia, hay que rehacer el sistema carcelario y debemos realzar la figura de nuestros policías, dignificándolos económica y socialmente, para que puedan hacer su trabajo. De seguir esta anarquía, seguiremos perdiendo nuestro principal recurso, que es nuestro recurso humano.