Caracas, 22 de junio de 2015.- En esta reflexión trataremos de no caer en la tentación de hablar sobre el gobierno, el modelo y sistema que hoy agobia a los venezolanos. Más bien, sirvan estas líneas para el necesario mea culpa y la autoevaluación que necesitamos con urgencia los ciudadanos y dirigentes, llamados como estamos por la esperanza de millones de venezolanos a la reconstrucción nacional, al cambio socio cultural y la entrada de nuestra Venezuela al siglo XXI.
Ello obliga a hablar sobre nuestro concepto de Unidad, sus repercusiones en la percepción de cada individuo y en la identidad de las organizaciones que la conforman. Y empezamos por casa, la organización en la que militamos, Primero Justicia es un partido centro humanista que cree en el acceso a la justicia como piedra angular de la democracia y la vida en sociedad. Surge entonces la inesquivable pregunta ¿Cómo es posible que Primero Justicia pueda ser aliada de partidos de corte tan distinto como Bandera Roja o Avanzada Progresista? La respuesta es rápida y no menos sencilla, esto es posible sólo en revolución socialistoide. Sólo así entendimos que la violación de los derechos humanos y las libertades individuales no es cosa de partidos e ideologías. También entendimos que la corrupción y la ineficiencia no están todas juntas en una ideología, pues parecen estar acaparadas por la cúpula gubernamental. Fue así como ante tantos desmanes no sólo la mejor, sino quizás la única salida que nos queda es unirnos hombres y mujeres que piensan distinto, pero que como fin tenemos el cambio político de un régimen de oprobio a una democracia sana.
Esta última en la cual se genere el debate entre las corrientes del pensamiento y los ciudadanos libremente elijan quien les lleve por lo menos cerca del tan anhelado "bien común". Sin embargo, no hemos sido buenos quienes tenemos responsabilidad de liderazgo de esta coalición unitaria en cualquiera de sus escalas, en explicar o trasmitir lo que quizá para nosotros es tácito, pero para muchos otros es desconocido: "somos una alianza electoral", y eso impone líneas de acción conjunta. Cada candidato que apoyamos desde lo municipal a lo nacional nutre su propuesta del debate interno de las organizaciones que forman la Unidad, pero esta en sí no tiene ideología, la unidad es la casa que nos abriga a todos.
Ahora bien, no todos lastimosamente entienden esto. Dentro de nuestra coalición hay quienes tienen una visión chantajista de la unidad y por eso un grupo de dirigentes y también de ciudadanos creen en una unidad muy distinta. Una que no debate, que tiene como premisa la solidaridad automática bajo el sacrosanto valor de salir del gobierno y punto. Factores que no abren espacio a las divergencias y en ocasiones ni piensan más que en protagonizar a la hora de tomar acciones que pocas veces culminan en buen término, por aquella máxima de que la desesperación es mala consejera. No pocas veces pareciera que dentro de la unidad hay grupos que copian los esquemas de autoritarismo del gobierno al imponer agendas. No creen en la discusión ni la concertación de ideas y si un criterio distinto sale al paso, de inmediato sobrevienen las acusaciones de colaboracionistas y vendidos al régimen.
Estamos seguros de que ese comportamiento es parte de una dinámica sociopolítica que lastimosamente hoy se ha instalado en el ideario colectivo. Ojalá ayuden estas reflexiones que humildemente dejamos para no desviar la lucha y no perder el objetivo que la historia en estos momentos tan difíciles que atraviesa nuestra sociedad nos asigna. No dudamos que el fin de todos los que conformamos este gran equipo de la Unidad tiene una motivación noble de lograr el cambio político, pero no perdamos la razón en la forma. Baste recordar que la forma le da razón al ser...