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Son pocos los venezolanos que son dueños de su propia casa, su propio rancho o su propio apartamento, su finca o su conuco.

La mayoría de nosotros paga alquiler, vive con sus padres o simplemente vive en la tierra que le pertenece a otra persona.

Cuando una persona es dueña del lugar donde vive, su actitud ante la vida cambia.

El ser dueño de su hogar hace a la persona dueña de su destino. Un título de propiedad abre las puertas del sistema financiero, al poder servir de garantía para pedir un préstamo.

Para que todos progresemos, tenemos que convertir a Venezuela en un país de propietarios.

Más de 16 millones de venezolanos no son dueños de la tierra donde viven. Eso significa que no pueden disponer libremente para alquilar, heredar, vender o usarlo como quieran.

La Ley de Tierras del año 2001, junto con la reforma hecha a la misma en el año 2005, no plantea en ningún momento otorgar la propiedad plena de las tierras a los campesinos. Lo único que hace es permitir una especie de ocupación temporal que sigue impidiendo que los campesinos sean dueños de las tierras que ocupan, más allá de los límites que el Gobierno disponga.

En manos del Gobierno está la posibilidad de abrirle la puerta a millones de venezolanos que viven en nuestro campo y en nuestros barrios, la oportunidad de que sean dueños de su tierra para tener una familia fuerte y la oportunidad de crecer.

Sin respeto a la propiedad, nadie progresa. Durante este gobierno, los venezolanos han visto cómo las invasiones y expropiaciones ilegales se han disparado. Desde el año 2001 hasta ahora, más de 4.000 inmuebles han sido invadidos con la mirada indiferente o la complicidad de las autoridades. Igualmente, muchos gobernadores han propiciado muchas invasiones de tierras agrícolas.

Aunque entendemos que la crisis de la vivienda pueda llevar a medidas desesperadas, como las invasiones y expropiaciones, tenemos que estar conscientes que las soluciones no están allí: sólo con construcción masiva de viviendas y servicios urbanos y, al mismo tiempo, la titularización de las tierras para dárselas a los más pobres o los campesinos es la solución adecuada para que los que menos tienen más progresen.

En el fondo, no le estamos dando las respuestas sólidas y de largo plazo que los venezolanos requieren, porque en lugar de democratizar la propiedad y democratizar los derechos de los más pobres entregando más propiedad al pueblo, se propicia el irrespeto a los derechos y la ley de la selva.

Uno se pregunta: ¿No será que en Venezuela, más que una revolución social, estamos viviendo una revolución neoliberal?

Carros iraníes

Poco se ha conversado últimamente sobre los vehículos de fabricación iraní, una de las muchas ofertas presidenciales que no termina de concretarse. Informes técnicos indican que estos vehículos consumen hasta ocho veces más gasolina que cualquier camionetota de las que circula por Venezuela. Motores de diseño antiguo, que no incorporan mejoras tecnológicas que hoy en día son estándar en el mundo, serían la causante de este defecto, que en países como el nuestro tienden a pasar desapercibidos por el exagerado subsidio en el precio de la gasolina que consumimos aquí.

¿Qué están haciendo otros países con el chorro de petrodólares?

En Noruega decidieron crear un fondo de ahorro para futuras generaciones. ¿Saben cuánto dinero ya acumula el fondo? ¡350 mil millones de dólares! Más de 10 veces el monto que tenemos actualmente en las reservas internacionales del país. La preocupación en Noruega es sobre cómo reglamentar el manejo de esos fondos, para garantizar su transparencia.

Mientras tanto, en Arabia Saudita decidieron construir seis ciudades simultáneamente, utilizando los excedentes petroleros. Están montando plantas de desalinización para poder cultivar trigo y otros granos en el desierto, y así garantizar el suministro alimentario a su población.

En Venezuela, ¿qué se está haciendo con el chorro de petrodólares para garantizar el futuro de nuestros hijos? Lamentablemente, poco o nada. Se despilfarran los ingresos en importaciones delirantes y en regalos a otros países.

Dependemos demasiado de Estados Unidos

En primer lugar, nueve años después de iniciada la gestión, Venezuela es la única, entre las 7 economías más grandes de la región, en la cual el porcentaje de las exportaciones que se destinan a los Estados Unidos ha crecido. Fíjense bien: tras nueve años de improperios dirigidos al imperio mismo, hoy nuestras relaciones son aún más estrechas. Ni siquiera Chile, Perú o Colombia dependen hoy más del comercio con Estados Unidos que Venezuela.

En segundo lugar, en días pasados el presidente Chávez decía que, en el pasado, Venezuela había sido obligada a producir sólo petróleo e importarlo todo. Tamaño descaro, compadre. Tras nueve años de gestión, hoy somos más dependientes de Estados Unidos y más dependientes de las exportaciones petroleras. ¿Sabía usted que en 2007, 91 de cada 100 dólares que Venezuela recibió provinieron del petróleo?

Se subsidia a quien más tiene

Otro punto interesante de debatir es cómo el Gobierno subsidia a los ricos con el precio actual de la gasolina, el cual sólo beneficia a quienes tienen carro y obliga a quienes usan transporte público –8 de cada 10 venezolanos– a que se calen la cola y desperdicien su tiempo en el pesado tráfico con un desastroso e indigno sistema de transporte.