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Caracas, 11 de agosto de 2013.- Los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia olvidaron que todo ciudadano tiene derecho a defender la verdad y la Constitución. Es algo lamentable y, al mismo tiempo, vergonzoso. Porque parece que eso se les borró de la memoria, después de tantos años acostumbrados a ejercer su poder en un Estado sin separación de poderes y obedeciendo a Miraflores. Y lo realmente grave es que significa una prueba más de que un partido político, que cree que es el Estado, tiene secuestradas varias instituciones y conciencias. Quienes deberían ser los jueces de un proceso que evaluara lo sucedido el 14 de abril, hoy se han convertido en los principales cómplices.

Incluso, después de no admitir las impugnaciones a las pasadas elecciones presidenciales, llegaron al exceso de imponernos una multa. Alegan que la impugnación resultó una ofensiva al TSJ, pero quien se ofende con la verdad debe revisarse. Están tan lejos del pueblo y de sus necesidades que ignoran que, en una democracia, todos tenemos derecho a cuestionar a los Poderes Públicos y su actuación. Es precisamente eso lo que hace que los poderes estén obligados a dar soluciones y no a obedecer intereses partidistas. En resumen, quieren cobrarnos por haber ejercido un derecho legítimo.

Con su actitud, el TSJ sólo han contribuido con que el pueblo tenga todavía más claro que nosotros tenemos la razón, cuando dicen que los ofende que hayamos puesto en evidencia un proceso electoral que estuvo cargado de vicios y abusos. Estas decisiones sólo tienen una intención: impedir que se abra un juicio sobre las elecciones donde se expongan las pruebas en contra y tengan que sacar a la luz los cuadernos de votación y los informes de las captahuellas, entre otras cosas.

Hemos visto, además, cómo los tentáculos del gobierno emprendieron una cacería política, persiguiendo a un liderazgo que los ha puesto a temblar. Su intención es distraer a la opinión pública del fracaso de sus planes de seguridad, de su incapacidad para resolver el problema de la escasez y de la crisis económica. Pero el pueblo entero sabe que este desastre tiene un sólo responsable: Nicolás Maduro. Y él no está ahí porque el pueblo lo decidió, sino porque unas instituciones secuestradas por el partido de gobierno lo permitieron.

Lo peor es que quieren convencer a los venezolanos de que ésa es la única realidad posible. Pero yo no voy a callarme porque los cómplices de un delito quieran mantener enchufados a los incompetentes que hoy ocupan Miraflores. Voy a defender los derechos de los venezolanos donde sea necesario para que se haga justicia. Sea en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Organización de Naciones Unidas, el Mercosur o donde haya que ir. No vamos a desistir, así las instituciones venezolanas hayan decidido negarle la Justicia al pueblo.

En todos estos años de gobierno no han hecho las cosas dentro de la Ley y por eso no saben cómo hacer frente a quienes, con honestidad y con la Constitución en la mano, nos hemos mantenido al lado del pueblo. Y es gracias al pueblo que hoy mantenemos la fuerza suficiente para resistir las embestidas de quienes sólo le han traído al pueblo inseguridad, devaluación y pérdida del poder adquisitivo.

Todo esto forma parte de un intento de desmoralizarnos, pero en eso también fracasaron. Quieren que olvidemos que el 14 de abril demostramos que cada vez es más cuesta arriba engañar a los venezolanos. Pero  tenemos algo que en Miraflores escasea: la certeza, la confianza y la bendición de saber que contamos con los votos de la mayoría del país, Nicolás. Y eso no puede robárnoslo ni el mayor de los capos de tu gobierno.

En Miraflores no tienen nada de lo que puedan enorgullecerse. De lo único que pueden presumir es de haber sido el peor gobierno que ha tenido Venezuela en la historia de nuestra República. Y ahora que han decidido multiplicar los abusos, les recuerdo una cosa: los abusos siempre tienen un costo político, y ese costo es alto.

Le sigues faltando el respeto a la militancia de tu partido y al liderazgo local que alguna vez te ayudó. Además de haberlos decepcionado a punta de políticas mediocres y medidas ineficaces, ahora los pondrán a buscar votos a como dé lugar para unos paracaidistas que jamás han tenido el más mínimo interés por las necesidades de los municipios donde desde ya perdiste cualquier tipo de credibilidad.

Todas las crisis que no has podido resolver, Nicolás, se te juntaron con esa profunda y preocupante desmovilización que ahora se está viviendo en las filas de tu partido.

Mientras tanto, nosotros sabemos que somos mayoría. Las decisiones de esos cómplices del TSJ no hacen sino confirmarlo. Igual que el desespero, al perseguir al liderazgo que logró darle una nueva esperanza a los venezolanos. Nuestro remate serán los resultados del 8 de diciembre, cuando a quienes ya votamos el 14 de abril se nos sumen aquellos que han sido víctimas de la ineficacia de estos meses. Y ahí sí es verdad que no podrán esconderse detrás de unas togas rojas rojitas.

Hoy le digo a cada uno de los venezolanos que mi lucha por los resultados del 14 de abril no se acaba, pero tampoco excluye a las otras luchas que hemos tenido que emprender como el nuevo liderazgo político que somos. Estamos aquí para defenderlos y trabajar juntos. La Constitución propone los suficientes mecanismos para salir de este desastre que significa el gobierno de Nicolás Maduro.

Pongamos todas nuestras fuerzas en demostrarle a quienes han querido burlarse del pueblo que se equivocaron y que ya es hora de que Venezuela salga adelante. Lo lograremos por el bien de todos los venezolanos, incluso de quienes aún tienen miedo o son víctimas de las mil formas de chantaje que ha expuesto el partido de gobierno.

¡El 8 de diciembre será una prueba más de que el pueblo no les aguanta ni una más!

Vamos sin miedo y juntos, porque Venezuela somos todos. ¡Sigamos a delante!