Ángel Medina: Venezuela del Progreso


Caracas, 04 de septiembre de 2015.- Muy lejos están quedando aquellas opiniones que denunciaban a la oposición política como un cúmulo de fuerzas, de partidos, que poco o nada tenían de Unidad y que transitaban el camino de la lucha política con una total orfandad de proyecto alternativo. Cuántas veces no escuchamos que la oposición no tiene proyecto, que está sin brújula y no se entiende que quieren para el país; cuántos de los voceros gubernamentales no aludian a esta frase para no reconocer al adversario o para, simplemente, defenderse frente a los señalamientos, considerando con ello, que por absurda interpretación, toda la política que se hace desde el poder es correcta en la medida que se presenta sin contraparte u oferta alternativa. Incluso hoy, todavía quedan encuestólogos que siguen utilizando como punto de apoyo para el análisis esta argumentación de inexistencia de un proyecto alternativo.

Ciertamente, como oposición, hemos participado en la lucha política con muchísimos altos y bajos; se han cometido errores, algunos terribles, pero en el camino son varios los aciertos conquistados. Hoy, es posible afirmar que existen mecanismos y reglas para mantener la UNIDAD, para decidir y para concertar dentro de este modelo de estructura política que es casi inédito en nuestra América Latina. Pero, más allá de esos esfuerzos organizacionales; también hoy, la oposición política, cuenta con un proyecto alternativo y con una propuesta frente a la crisis que actualmente padecemos, con más rigor, el 80% de los venezolanos.

Esta es una propuesta que se presenta como en un escenario de dos niveles de actuación; por una parte, el proyecto de reconquistar la democracia, de reconstruir las instituciones y los poderes públicos, de desechar los altísimos niveles de politización en los distintos organismos junto con la discrecionalidad rampante en los espacios de decisión pública. Este primer nivel busca volver al camino constitucional perdido, reconocer el orden previsto en la Carta Magna y hacer, de sus disposiciones, letra viva. Es, en fin de cuentas, retornar a escenarios de normalidad y fortalecimiento institucional donde el discurso político deje de ser violento y polarizante para pasar a un ejercicio de lo público con una óptica profundamente democrática.

El segundo nivel, refiere a la Venezuela del Progreso, ese concepto que se coloca frente a la Venezuela socialista y que tiene como base a la educación como centro de toda la acción pública. Finlandia, China, India, todas naciones realmente distintas, pero que con la educación como camino han logrado el desarrollo y bienestar de sus pueblos. Construir esas 6 mil escuelas que todavía hacen falta, fortalecer a las Universidades cómo centros de creatividad, promover una carrera docente que se ajuste a los estándares internacionales, reconstruir la infraestructura física y colocar a la escuela como centro de la acción pública y social. En la Venezuela del Progreso, la educación es el camino.

Nuestro proyecto, además, apunta a la transparencia de lo público; es decir, que cada acción gubernamental sea clara y sencilla de entender para cualquier venezolano. Crear el marco legal para la transparencia, promover el correcto desempeño de la rendición de cuentas y provocar una justa contraloría social son acciones fundamentales en un nuevo ciclo democrático.

También, es un objetivo estratégico recuperar la producción nacional; el hacer más y mejor como bandera de acción que permita reconstruir nuestro aparato económico y productivo, brindar todas las oportunidades para el emprendimiento y centrar nuestra visión de riqueza en las potencialidades de desarrollo y en el capital humano más allá de la cuantificación de reservas o recursos monetarios provenientes de la renta.

La Venezuela del Progreso es salud digna con un verdadero sistema de seguridad social. Es segura porque propone redimensionar nuestro sistema judicial, desterrar el odio del discurso y atacar de fondo la impunidad y la corrupcion.

Este es, a grosso modo, nuestro proyecto alternativo; son varios los documentos que hoy existen sobre políticas y planes para cada sector de la vida nacional; son muchos los hombres y mujeres dispuestos a emprender esta tarea de volver a encontrarnos como nación y, sobre todo, es claro que Venezuela ha decidido cambiar; el reto es comprender que una nueva etapa democrática no puede verse como una oportunidad sino como el momento que nos obliga a hacer las cosas bien y en pro del bienestar de cada ciudadano.

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