Tomás Guanipa: Dios proveerá...


Caracas, 27 de enero de 2015.- Esta frase es el reconocimiento exacto de la improvisación del Gobierno en materia económica. Situación que es injustificable, puesto que la inmensa mayoría de la población está pagando las consecuencias de estar a la deriva y sin un plan estratégico en dicha área.

¿Dios proveerá qué? No es Dios; son ustedes los que están en el Gobierno quienes tienen que dar respuestas a las necesidades de los venezolanos. La crisis económica no se va a resolver con más arbitrariedades, insultos y populismo; esa no puede seguir siendo la estrategia de quienes están en el poder. Declaraciones como "si hay cola es porque hay comida" del ministro Osorio; o "si hay cola es porque hay real" del gobernador Aristóbulo Istúriz; producen, en el mejor de los casos, mayor indignación de la gente.

¿De cuál guerra económica hablan? Aquí lo que hay, es lo que dijo Henrique Capriles: una economía de guerra. Pero producto de las políticas y el modelo del mismo Gobierno que acabó el aparato productivo, endeudó al país y no aprovechó la bonanza petrolera de 8 años para ahorrar; por eso ahora estamos una situación crítica donde no pueden, ni siquiera, garantizar el abastecimiento de alimentos y medicinas para los venezolanos.

No es la caída de los precios del petróleo la causa de la crisis que hoy tenemos. El desabastecimiento y la altísima inflación, son culpa del manejo irresponsable de la economía del país. El desastre económico es producto del modelo de gobierno; y había sido pronosticado con bastante anticipación, sin embargo el oficialismo no cambió el rumbo; al contrario, prosiguió en la ruta hacia el barranco.

Está claro que el Gobierno buscará ingresos, generando más impuestos y devaluando la moneda, como ya anunció en la penosa "memoria y cuenta", esto disfrazado con una perversa y manipuladora campaña comunicacional, que al final no va a confundir a nadie, porque el sol no se puede tapar con un dedo.  

Todo esto ha generado, como dijo el propio Maduro, un alto descontento en la gente; por tanto nuestro reto es convertir la inconformidad generalizada en un tsunami electoral, que nos permita obtener una amplia victoria en las próximas elecciones parlamentarias. Para esto es crucial que haya unidad perfecta y que las agendas personales queden de lado.

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